No sé si el relato que a continuación haré es tierno o absurdo.
Aun así lo haré.
Don Florito era un señor de raras cualidades.
Maestro de Botánica en la Facultad de Biología de la Universidad tenía espíritu romántico. Filósofo místico, profesaba un extraño panteísmo que lo llevaba a creer que todos los seres vivos tienen alma.
Así, a nadie ha de extrañar lo que hace unos días le sucedió a don Florito. Paseaba por su jardín, y vio una margarita recién brotada.
Se inclinó sobre ella y le dijo en tono dulce:
-¿Sabías, hermosa margarita, que hay un coctel que lleva tu nombre?
Ante su asombro habló la flor. Halagada, y al mismo tiempo humilde, le preguntó con tenue voz a don Florito:
-¿De veras hay un coctel llamado Jesusita?
¡Hasta mañana!...