La luna de miel es el feliz periodo en el cual los recién casados disfrutan la magia maravillosa de su matrimonio, hasta que la terca realidad los regresa al grotesco mundo de la cotidianidad y retoman el fastidioso entorno de lo ordinario.
¿Cuánto dura la luna de miel? Es una pregunta difícil de responder por sus variables independientes, como la edad de los recién contrayentes y el entusiasmo que puedan conservar el uno con respecto al otro para seguir disfrutando la feliz relación sin estorbos como el trabajo u otras obligaciones.
Pero la respuesta también se puede encontrar en la misma expresión "Luna de miel", ya que se refiere a los veintiocho días que dura una luna, período calendárico basado en los ciclos de nuestro satélite natural.
Podemos asumir que durante un tiempo aproximado a un ciclo de veintiocho días durará a los desposados, quienes transitan del noviazgo al matrimonio, la felicidad de gozar esta grata situación, hasta que las nuevas actividades se conviertan en costumbre.
Las referencias que he encontrado sobre este dulce fenómeno repiten los conceptos, tanto en el tiempo de duración como en la dulzura que supone la relación entre los neocasados.
En una de las primeras civilizaciones de occidente, la antigua Babilonia, el padre de la novia proveía a su nuevo yerno de toda la cerveza que podía beber durante una luna, o sea, aproximadamente un mes. Aquí nos damos cuenta que en esa civilización tan apartada de nosotros, el papá de la novia servía de mecenas al contrayente masculino para que pudiera responder a sus deberes de varón mediante la ingesta del divino elíxir otorgado por los dioses de la alegría, la sensualidad y la fecundidad.
Además, desde ese entonces se conocía a este periodo como luna de miel porque, con las técnicas de fermentación de aquellos entonces, el azúcar no llegaba a convertirse en alcohol en su totalidad, y así la cerveza guardaba un saborcito dulce que se asemejaba a la miel, tan apetecible como la relación amorosa al interior de la pareja.
En otra cultura distinta, ahora en tiempos de los romanos, la madre de la novia dejaba en la habitación de los recién casados un vaso con miel durante un mes (una luna) en muestra de su aprecio. De nuevo aparece el periodo de tiempo de una luna, y otra vez vemos la dulzura de la miel para significar lo agradable de la nueva relación entre los recientemente unidos en matrimonio, pero aquí el mecenazgo de la boda es proporcionado por la progenitora de la novia, no por el padre, como sucedía en Babilonia. Tal vez los romanos entendieron que, como en los tiempos actuales y en nuestro medio, son las mujeres, y en especial las mamás, quienes experimentan mayor emoción con los acontecimientos nupciales de la familia, en tanto que los padres solamente soportan estoicamente los gastos que genera la boda.
En este relato de la época romana se repiten los elementos de luna como periodo de tiempo, y miel como referencia a la dulzura de los primeros días de matrimonio.
Otra tradición repetida en varias culturas alrededor del mundo es que en el rito matrimonial se simula un robo de la novia hecha por el varón como para manifestar que la muchacha en adelante le pertenecerá a un nuevo dueño y ya no habitará en el lugar de sus padres a partir de este rito del rapto, que, por cierto, no solamente queda impune, sino además el contrayente se lleva el premio mayor que significa vivir con su amada.
Luego de que la novia ha sido "robada" con su consentimiento, ambos le dan vuelo a la hilacha y toman vino con miel a escondidas como parte de la fiesta, una celebración donde conviven solamente dos: él y ella. Como usted está pensando, estimado lector, esta pachanga de la pareja tiene una duración de veintiocho días, es decir, una luna. Aquí tal vez se le podría llamar a este acontecimiento Luna de vino y miel. Una tradición muy semejante aparece en las culturas germánicas.
Nosotros también llamamos luna de miel a este periodo dichoso, y lo hacemos siguiendo tradiciones antiguas, tan antiguas que ya ni nos acordábamos de dónde provenía tan feliz expresión.