
magen: Getty Images. Lenny Bruce siendo arrestado por obscenidad en sus espectáculos.
¿Qué lugares estamos dispuestos a transitar para contar un chiste? Cada época mantiene límites expresivos definidos; límites que, conforme pasa el tiempo, buscamos empujar cada vez más.
El humor negro se caracteriza por abordar temas tradicionalmente considerados tabú, como la muerte, la enfermedad, la discapacidad, la violencia o la pobreza, empleando recursos del lenguaje como la ironía y el sarcasmo, e incluso actitudes cínicas o provocativas. De este modo, ofrece un espacio de libertad donde está permitido reírse de cuestiones complicadas y liberar la tensión que estas generan.
En un mundo tan aparentemente sensible, el humor negro se vuelve más difícil de usar y está en constante controversia, pero no deja de explorar sus límites.
Este tipo de comedia tiene sus raíces en la sátira clásica y ha sido utilizada por escritores como Jonathan Swift o François Rabelais para criticar el poder, la hipocresía o la religión, señalando así los vicios humanos.
El término como tal fue acuñado por el surrealista André Breton en 1940, en su Anthologie de l’humour noir (Antología de humor negro), donde valoraba la capacidad de la risa para enfrentarse a la crueldad del mundo.
El humor, especialmente el que genera polémica, tiene una función catártica: nos permite enfrentarnos a lo trágico desde una distancia emocional segura, en un contexto donde es permitido no tomarse tan en serio lo que es, de hecho, bastante serio.
En el libro La risa redentora: la dimensión cómica de la experiencia humana (1999), el sociólogo Peter Berger señala que el humor puede ser “una forma de protesta contra el absurdo del mundo”. Sin él podríamos estar cerca de la locura.
CAMINO A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Una marca de esta era es la importancia de mantener una imagen de libertad total, en la que se puede hablar de cualquier tema en los medios.
Técnicamente es posible bromear sobre lo que sea sin consecuencias graves, más que algunas críticas por parte de distintos sectores de la población. El humor negro cobra relevancia en esta sociedad aparentemente libre para expresarse, pero que aún lucha con algunos tipos de represión, como la censura de las redes sociales o la cultura de la cancelación.
La comedia de Lenny Bruce fue un parteaguas en una época en la que se buscaba consolidar esa liberación que gozamos actualmente. Eran tiempos de posguerra y los individuos buscaban ampliar sus límites, por lo que Estados Unidos se convirtió en el lugar propicio para que el stand up comedy pudiera ser más desvergonzado. Sin embargo, esa transición no fue fácil.
Bruce, que habló en sus presentaciones sobre desigualdades sociales y racismo, enfrentó juicios por obscenidad que se volvieron un precedente para la libertad de expresión. A lo largo de toda su carrera mantuvo una cruzada en contra de la hipocresía, criticando fuertemente el status quo de la sociedad en que vivía.
Los años noventa también fueron una época salvaje. El fin del milenio abría nuevos horizontes, y la comedia irreverente de Bill Hicks se encargó de poner el dedo en las llagas de un sistema político y socioeconómico en decadencia, tocando temas como la guerra, el patriotismo o la utilización de drogas.
Hoy el humor negro se ha normalizado, sobre todo en algunos espacios de internet. Sin embargo, en muchos casos ya no posee un trasfondo transgresor, sino que cae en la mera provocación. Plataformas como X, TikTok o Reddit permiten la difusión instantánea dememes y chistes que en bastantes ocasiones traspasan límites éticos o morales.
No es que eso no sea válido; de hecho, la mofa hacia los demás es una forma de señalar sus vicios. Pero la comedia pierde impacto y relevancia cuando deja de señalar hacia arriba, es decir, hacia las estructuras de poder que parecen imposibles de sortear a no ser que alguien las desarme provocando una carcajada.
PANORAMA DEL SIGLO XXI
No obstante, en el siglo XXI también han existido comediantes de humor negro que cuestionan el status quo. Es el caso del argentino Diego Capusotto y su personaje Micky Vainilla. Con el peinado y bigote de Adolf Hitler, Vainilla exponía actitudes de los ricos contra las clases bajas, a veces disfrazadas de buenas intenciones, a veces explícitamente segregatorias. Los segmentos televisivos de Capusotto podían incluir, por ejemplo, movimientos de defensa personal que claramente terminaban con el saludo nazi, o un barco que se desplazaba por la ciudad sobre una multitud de pobres dirigiéndose a un concierto de cumbia villera.
El mexicano Roberto Chairez hace chistes disruptores sobre violencia, secuestros, asaltos, accidentes de auto o la muerte. Su intención no es señalar las estructuras sistémicas que permiten dichos actos, pero sí aligera la carga emocional y simbólica que tienen estos temas. Se ríe del absurdo de que existan estas situaciones, sin burlarse nunca de una víctima o caso específico.
Por el contrario, Platanito ha sido fuertemente criticado debido a que hace mofa directa de las víctimas de casos reales y mediáticos de violencia. Sea un feminicidio envuelto en gran misterio o un caso de impunidad que llevó al fallecimiento de infantes en sus primeros años de vida, el comediante pintado de payaso parece no tener límites. Disfrazarse de un personaje exagerado que, en teoría, debería tomarse menos en serio, no lo ha exentado de recibir la desaprobación agresiva del público.
EL CONTEXTO LO ES TODO
El humor negro se trata, sí, de utilizar temas controvertidos para hacer chistes dentro de un performance, en un espacio donde se vale hacer ese tipo de comedia. Esta puede ser tan agresiva como sea posible, aunque su efecto depende mucho de la sensibilidad del momento. De hecho, una máxima común cuando se abordan eventos devastadores es esperar a que haya pasado suficiente tiempo después de la tragedia.
Cuando no se construye de forma inteligente, el humor llega a reforzar algunas desigualdades sociales, dependiendo de suinterpretación dentro de un contexto sociocultural determinado. Este factor contextual se describe en Buen humor, mal gusto: lasociología del chiste (2006), donde se explica cómo cierta comedia no se permite entre algunos grupos sociales, y cómo puede ser un mecanismo de inclusión o exclusión social.
El poder, la sensibilidad cultural y la libertad de expresión confluyen para lograr que los complejos mecanismos del humor —especialmente el negro— funcionen. Un comediante con gran inteligencia puede utilizar todos estos elementos a su favor y enviar un mensaje poderoso, pero no es algo común ni fácil de lograr.