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Los desafíos para el poder marítimo en México

JORGE ÁLVAREZ FUENTES

El lamentable y trágico accidente del buque escuela "Cuauhtémoc" en el puerto de Nueva York obliga a reflexionar sobre la importancia que tiene para México el poder marítimo y el sector naval. Lo comenzamos a hacer en estas mismas páginas hace pocas semanas. (https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/2025/el-poder-maritimo-en-mexico.html).

La Secretaría de Marina Armada de México ha renovado su pensamiento estratégico, atendiendo a los cambios geopolíticos en el mundo. Parte del reconocimiento que sus funciones requieren la actualización urgente de su marco legal y constitucional, para poder ir más allá de su desempeño como guardia costera. Atender tan importantes transformaciones conlleva enormes desafíos para las instituciones de gobierno responsables del poder marítimo nacional. Estas instituciones deben prepararse mejor, de manera constante, para defender la soberanía y resguardar las extensas fronteras marítimas, proteger los cargueros de la marina mercante y los barcos de la flota pesquera, sin dejar de lado o en segundo plano la vigilancia y defensa de costas, islas, golfos, penínsulas, puertos e instalaciones marítimas estratégicas, incluidas las plataformas petroleras, priorizando la protección y conservación de los recursos pesqueros en las zonas económicas exclusivas.

La SEMAR tiene perfectamente claro que la preparación para la defensa naval es irrenunciable; que las capacidades operativas de la Armada requieren ampliarse, profundizando la capacitación y el adiestramiento constante del personal naval. Todo ello demanda el fortalecimiento institucional, sobre todo al habérsele asignado otras responsabilidades adicionales, entre las que destaca la administración y control de aduanas y aeropuertos. Ese mandato ampliado exige contar con más y mejores recursos humanos, materiales y financieros para asegurar la actuación coordinada en las ocho regiones navales, siendo indispensable seguir elevando el nivel de interacción y colaboración con las fuerzas navales de otros países, empezando por los vecinos, participando y haciendo más extensos y frecuentes los ejercicios navales conjuntos.

Gracias a una inversión pública de 20 mil millones de pesos, realizada en la pasada administración federal, México cuenta con una fragata, la ARM Benito Juárez la cual entró en servicio en 2020. Los astilleros de Salina Cruz y Tampico tienen la infraestructura para construir una fragata más este sexenio. Es imperativo que se aproveche esa capacidad instalada. Asimismo, se requiere con urgencia la modernización y reequipamiento de las cuatro patrullas oceánicas existentes a fin de que tengan armamento antiaéreo, antibuque y antisubmarino, junto con nuevos equipos y puedan superar su obsolescencia tecnológica. Ello es crucial para mejorar la interoperabilidad con SEDENA, la Secretaría de Seguridad Ciudadana y los gobiernos de 17 estados, y mejorar su desempeño en las cada vez más importantes labores de vigilancia e intercepción en aguas nacionales ante la intensa actividad delictiva de organizaciones criminales trasnacionales y carteles de narcotraficantes.

Incluso dos de las últimas patrulleras podrían transformarse en corbetas, debiéndose, además, construir tres nuevas embarcaciones para 2030, con diseño propio bajo el concepto de trinomio; buque, helicóptero y lancha interceptora. Para estos fines la Secretaría de Hacienda destinará 11,540 millones de pesos. La SEMAR considera también prioritario expandir su flota de aviones y submarinos tripulados y no tripulados.

La pregunta de fondo es: ¿Cómo conseguir todos estos esfuerzos para que no sean considerados como gastos, sino como proyectos de inversión, donde el desarrollo naval y tecnológico ocupe un lugar central y puedan verse beneficiados por las economías de escala, la atracción de inversiones públicas y privadas, nuevos empleos y la participación de proveedores nacionales y extranjeros?

Mientras persista y aumente la preocupación del gobierno mexicano ante la posibilidad de que el gobierno estadounidense considere llevar a cabo de manera unilateral operaciones militares o aeronavales en territorio mexicano, la comunicación e interacción constructiva, eficaz y sobre todo directa entre las fuerzas armadas y navales de ambos países resulta determinante para la política exterior y de seguridad de ambas naciones, crucial para la dinámica futura de las relaciones bilaterales. En efecto, para cumplir con su misión principal de proteger la soberanía nacional, el gobierno mexicano requiere de medios terrestres, navales, aéreos, espaciales y cibernéticos los cuales exceden por mucho su disponibilidad presupuestal. De ahí que los mecanismos de cooperación y colaboración respetuosa y transparente entre sus respectivas instituciones militares y navales se tornen absolutamente decisivos.

Un académico y especialista en temas militares y de inteligencia ya lo señalaba: México, al igual que otras naciones en el mundo, debe tomar decisiones sobre cómo conformará en el futuro sus capacidades de defensa, si quiere mantener y ejercer su concepción actual de soberanía. Sobre todo, porque Trump y su administración están empeñados en cambiar la distribución geopolítica - militar de Estados Unidos en el mundo, así como determinar los sectores marítimos, y en particular delimitar y restringir a sus vecinos, socios, aliados y adversarios como China.

México debe aprovechar que, con Trump, Estados Unidos hará todo lo que esté a su alcance para recobrar su poderío naval, por lo que impulsará la construcción de nuevas embarcaciones para su poderosa armada (incluyendo buques rompehielos), desarrollando aquellas capacidades que rezagadas y recuperar las ventajas que se fueron perdiendo. El principal objetivo es conseguir acrecentar su poder marítimo mediante incentivos y créditos fiscales, subvenciones y préstamos, así como disminuir la dependencia del ejército, la marina y la fuerza aérea de las flotas comerciales, impulsar la relocalización de las industrias conexas, incluyendo entre sus planes la integración de las flotas comerciales y militares, asegurando las cadenas de suministro y logística y la capacitación de la fuerza laboral marítima. Para ello necesitará contar con la ayuda de países confiables. Subámonos al barco.

@JAlvarezFuentes

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