ÁTICO
Con las reformas en marcha, estamos llegando al destino que trazó Morena: un régimen autoritario.
Cuando en junio de 2023 se incluyó en la ley el concepto de violencia política contra las mujeres en razón de género, era difícil imaginarse que este avance iba a ser utilizado para restringir la libertad de expresión. El 19 de junio, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sentenció a una ciudadana de Hermosillo por violencia política de género porque en 2024 publicó un tuit donde acusaba favoritismo en el proceso de designación de candidatos a la elección del Poder Judicial a favor de la esposa del coordinador de Morena en la Cámara de Diputados.
Este martes Sheinbaum afirmó una vez más que en México hay plena libertad de expresión. Cinco minutos más tarde anunció la reforma electoral. Enojada, explicó que el INE se extralimitó "en decir que 'había votos que no deberían de haberse incorporado al resultado final'". Bajo el argumento de ahorrar dinero encogerán al INE o lo desaparecerán, reducirán el financiamiento a los partidos políticos (ellos tienen la bolsa pública) y limitarán el número de legisladores de representación proporcional.
En paralelo están procesando al vapor, sin discusión de fondo, una serie de reformas que concentrarán la información de los ciudadanos en poder del gobierno, la cual podrá ser utilizada en muchos ámbitos sin pasar por un juez. Una ley espía que permitirá saber, por ejemplo, dónde está tu celular.
Es para combatir al crimen organizado, dicen. Ayudará, si es que le dedican suficientes recursos y se enfrentan a la red de políticos de Morena vinculados con el crimen. No lo suelen hacer. El gobierno acaba de encontrar una refinería ilegal que llevaba años operando. No hay detenidos, ni información sobre cuál es la red criminal implicada.
Pero van a usar esas nuevas facultades. Si son capaces de utilizar para amordazar a la población leyes que deberían proteger a las mujeres contra la violencia política de género, imagínense lo que harán cuando se enojen con un político de oposición, un empresario, un medio de comunicación, un periodista o un ciudadano común y corriente que utilice las redes sociales para algo que les moleste.
Estamos llegando al destino que trazó Morena. Habrá elecciones, conteo de votos, procesos de impugnación y grandes promesas constitucionales respecto de nuestros derechos, pero en la práctica la cancha electoral será aún más dispareja, e incluirá no contar los votos, si así se requiere. Viviremos en un país con simulación democrática para consumo externo y para la retórica mañanera.
Nuestros derechos se han ido limitando. Tenemos ya un Poder Judicial cercano al Ejecutivo, con restricciones a lo que puede hacer un juez en caso de que quiera ejercer su autonomía, además de prisión preventiva oficiosa para 17 delitos calificados como graves, incluido el robo a casa habitación sin violencia.
Estamos llegando a donde dijeron que no llegarían: a un régimen autoritario, lo cual, decían AMLO y sus defensores, era histeria de la derecha. Bueno, dirán los analistas cercanos al régimen: subió el salario mínimo y bajó la pobreza. Evidentemente no era necesario restringir nuestros derechos para ninguno de estos logros.
La oposición no tiene los votos para frenar esta embestida, ni la capacidad de sacar a la gente a la calle para protestar. Falta ver si el PVEM y el PT se oponen a la reforma electoral, ya que recibir menos dinero público y ver erosionada la representación proporcional sí les duele.
Otra resistencia en lo referente a la concentración del poder podría venir de legisladores de Morena incómodos con que el Ejecutivo sepa tanto de ellos, pues ultimadamente podría usarse en su contra. En particular, el grupo que frenó la llegada de García Harfuch, triunfador de la encuesta para ser el candidato de Morena a la CDMX, puede buscar enredar el proceso.
Pero lo dudo. Les gusta el poder y con la reforma a la ley electoral esperan seguir en él muchos años.