
Llama Iglesia a superar la crisis con fe y compromiso
Durante la misa en el templo de Apóstol Santiago en Monclova, el diácono Octavio Carranza aseguró que la ciudad atraviesa una etapa de crisis debido a la nostalgia por un pasado de bonanza que ya no regresará.
Destacó que una familia o ciudad que ha sufrido no puede volver a ser igual, pero con verdadera fe y resiliencia podrá resurgir más fuerte que antes.
Carranza comparó dos tipos de fe presentes en la comunidad: una basada en el miedo o intercambios con Dios, y otra auténtica, cimentada en el amor y la relación espiritual.
Fe como motor de transformación personal y social
El diácono invitó a reflexionar: ¿en qué depositamos nuestra fe? No en soluciones mágicas o divinas, sino en una conexión sincera que promueva la acción responsable en la ciudad.
Mencionó ejemplos de jóvenes que, ante la crisis, “se pusieron las pilas”, buscaron nuevos empleos y mantuvieron unidas a sus familias, dando ejemplo de determinación.
Subrayó que este 2025, Año del Jubileo, es momento de reconocer la propia miseria para abrirse al perdón de Dios: “La luz no aparecerá mientras no reconozca que estoy en la oscuridad”.
Peregrinos de esperanza: más que un eslogan
Carranza explicó que el Jubileo nos llama a ser “peregrinos de esperanza”, a mirar hacia Dios no como proveedor de soluciones, sino como fundamento de nuestro caminar.
Relató el ejemplo de San Lorenzo, diácono mártir del siglo III, quien al enfrentar la confiscación ordenada por Roma, distribuyó los bienes de la Iglesia entre los pobres.
Ante el oficial romano, reunió a los necesitados y dijo: “Esta es la riqueza de la Iglesia”, entregando lo esencial a la comunidad en señal de verdadera fidelidad a Dios.
Fe activa: compromiso y entrega ante la adversidad
Terminó invitando a revisar nuestra motivos y esperanzas espirituales: ¿están puestas en bienes fugaces o en el encuentro con Dios, como proclamaban San Pablo y Santa Teresa de Ávila?
Recordó que quienes tienen puesta su esperanza en el Señor, viven con una mirada al otro mundo, sin negar el llamado a actuar aquí y ahora con solidaridad y compromiso.
“Donde está puesta nuestra esperanza, está situado nuestro corazón”, concluyó Carranza.