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Las palabras tienen la palabra

JUAN RECAREDO.-

Hurgar en una librería es un vicio que confieso que tengo. En una de esas visitas al mundo de los libros me encontré uno de Victoria García Jolly que se llama: El Libro de las Letras, en el que aparecen algunos juicios muy interesantes acerca de estos “átomos de la escritura que son las letras”, signos que han permitido la evolución de la comunicación y que con ella evolucionaran también el lenguaje y el pensamiento.

“En nuestra vida cotidiana —dice el prólogo de este libro—, una letra aislada no nos sirve de nada, aunque a veces podamos emplearla para indicar una categoría, —clase A, clase B, etc.— para marcar divisiones en un directorio, para ubicarnos donde dejamos el carro en un gran estacionamiento o para reconocer la sala de abordar en el aeropuerto, su uso es limitado. Sin embargo, cuando a este signo —la letra— lo combinamos con otro comienza la grandeza de la lengua oral y luego de la escrita. Y es que el lenguaje empezó a desarrollarse con la oralidad, que es un recurso natural del ser humano, en contraposición con la lengua escrita, que es artificial, aprendida y construida”.

Tal vez resulta demasiado obvio decir que las letras están ligadas a la escritura, y que la nuestra —nuestra escritura— está entretejida con el alfabeto latino, el que nos ha sido heredado como una transfusión sanguínea de la lengua española.

“El deseo de expresar y de trascender llevó al hombre a dejar su huella en una roca, mucho antes incluso de que se crearan sociedades complejas que necesitaron formas de registrar por escrito sus cada vez más complicadas actividades comerciales o de gobierno”.

Por eso tenemos la convicción de que las letras son entidades vivas, sujetas a una evolución, a cambios a través del tiempo. “El uso de las letras, como articuladoras de la escritura, —sigue diciendo el autor del prólogo— ha pertenecido históricamente desde sus orígenes a grupos educados dentro de sociedades jerarquizadas, donde unas clases sociales sojuzgan a otras”.

“Este fenómeno ayuda a explicar cómo, al pasar de los siglos, sus formas y usos han servido a imperios y gobernantes para dominar y en el mejor de los casos, civilizar, sin olvidar que desde su nacimiento han estado ligadas a la tecnología de la época: una mano, una cuña, un pincel, un cincel, un lápiz, un buril y ahora están a nuestra disposición al toque de un teclado, a un clic de distancia”.

La recomiendo ampliamente la lectura amena de “El Libro de las Letras” de Victoria García Jolly, publicado por la Editorial Otras Inquisiciones y que hace muy interesantes comentarios “de la A a la Z”, dejando muy claro que “no es un diccionario”.

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios. [email protected], X: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA Gilberto Galindo: ¿Cuál es la forma correcta, machucar o machacar?

LE RESPONDO: El Diccionario de la Lengua Española los considera verbos sinónimos, eso quiere decir que los podemos usar indistintamente uno u otro.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: La ambición es la causa ordinaria de todas las guerras. La tiranía es la causa de todas las revoluciones.

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