Es ahora una práctica común de las televisoras el poner a narradores de futbol que lo hacen de manera chusca, llegando a veces hasta la franca payasada. Esto ha funcionado muy bien y en esa técnica de narración se ha basado la reciente batalla de las televisoras por ganar el rating en las transmisiones deportivas. Seguramente conoce usted a Christian Martinoli, Luis García, Jorge Campos, que son, entre otros, los comentaristas de futbol más populares actualmente.
Antes de ellos tuvo una gran fuerza Enrique “El Perro” Bermúdez, que popularizó el “tremendo zambombazo” junto con otras expresiones medio locas.
Le podrán parecer muy creativas algunas de las ocurrencias de estos narradores, pero quien realmente inició esta tendencia, y lo hizo con una impecable creatividad que es insuperable. “Para todos los que quieren y para todos los que aman el futbol…” así empezaba sus narraciones. Me refiero a Ángel Fernández.
Ángel Fernández era el rapsoda del Estadio Azteca, recordando que el rapsoda era un recitador ambulante que en la Grecia Antigua iba por las calles cantando poesías homéricas y poemas épicos. Se desentendió del discurso objetivo y convirtió la cancha en un pretexto para la metáfora.
Nació en 1925 y empezó narrando beisbol y box; a partir de los años sesenta se dedicó de lleno al futbol, creando un estilo narrativo espectacular e ingenioso. Cuando alguien realizaba alguna hazaña en la cancha, decía: “Me quito el sombrero o me pongo de pie”, pero si un equipo era goleado, lanzaba el “se hunde la nave, las mujeres y los niños primero.”. Si los jugadores se “calentaban” y empezaban a darse empujones, parafraseando el corrido del Hijo Desobediente, Ángel decía que estaban: “echando mano a sus fierros como queriendo pelear”.
De pronto, el idioma utilitario en labios de Ángel se convirtió en un mecanismo de invención y así brotaban de su ingenio nombres y apodos para equipos y jugadores. El bautizó a las Chivas como el Rebaño Sagrado y al Cruz Azul como la Máquina Celeste. Sobre la marcha adjudicaba apodos a los jugadores como quien reparte cartas en un juego de póquer.
Así nació el Alacrán Jiménez, el Niño de Oro Hugo Sánchez, el Cyrano Enrique Borja —porque era un hombre pegado a una nariz—, y Supermán, el Gato Miguel Marín porque era un portero que literalmente volaba.
Así era Ángel Fernández y sentó las bases para la narración futbolística actual. Se “voló la barda” cuando, en un campeonato mundial, vio aparecer al equipo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que llevaban las iniciales en el pecho que en su idioma eran: C.C.C.P.
Según Ángel, eso quería decir: “Cucurrucucú Paloma”. Único e inigualable, es Ángel Fernández Rugama.
Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios. [email protected] X: @donjuanrecaredo.
ME PREGUNTA Larisa Ortiz: ¿Cómo se escribe álbum en plural?
LE RESPONDO: El plural de álbum es álbumes.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: Frase de Jorge Luis Borges: “yo creo que habría que inventar un juego en el que nadie ganara”.