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Las palabras tienen la palabra

EVITE EL ENGAÑO

JUAN RECAREDO.-

Las palabras son herramientas y éstas nos ayudan a desarrollar acciones, o sea que las palabras no son buenas ni malas, las que pueden calificarse así, son en todo caso las acciones que se realizan con ellas.

Por eso tenemos que aceptar que hay palabras engañadoras y falsas, y que con ellas ha habido quien meta tremendamente la patota como el profe de griego que le dijo a Albert Einstein: “Nunca llegarás a nada…” Bien que se equivocó el maestro.

También la regaron muchas veces los papás de Charles Darwin, el autor de la célebre teoría de las especies, que lo vivían regañando porque “no te preocupas nada más que por andar de cacería, por los perros y por las ratas. Serás una desgracia para ti mismo y para tu familia.” Ya sabemos todos el resultado.

Si quiere usted una muestra contundente de lo que es falsedad, lea esto: “La belleza es el amor hecho real y el espíritu del amor es Dios y el estado de belleza, amor y Dios es la felicidad”.

Bonita la frase ¿no? El desencanto cae abruptamente y “a plomo” cuando uno se entera de que la autora de estos versos se llamaba Imelda Marcos y que era la esposa del dictador filipino Ferdinand Marcos, famosa ella por superficialidades como era el tener una cantidad inmensa de prendas de ropa íntima que no se acabaría nunca ni estrenando tres cada día.

Uno de los anhelos más grandes que ha tenido el hombre y se ha visto hecho realidad es el de volar. Sin embargo, el 10 de diciembre de 1903, el New York Times afirmó que era tiempo perdido lastimosamente el que la gente empleaba para tratar de volar y le advertía a Samuel Langsley, que en aquel entonces estaba terco tratando de construir una máquina voladora, que abandonara el proyecto y que ya no derrochara tiempo, dinero y prestigio en algo tan absurdo.

Cuando un piloto norteamericano, durante la Primera Guerra Mundial, le planteó al secretario de guerra Newton Baker la posibilidad de usar aviones para bombardear un barco alemán capturado, el tal Baker pegó una carcajada y declaró que aquella idea era tan estúpida que casi se animaba a pararse en el puente del barco que fueran a bombardear, mientras algún imbécil trataba de alcanzar el objetivo desde el aire.

El artículo del New York Times terminaba diciendo: “la vida es corta y este muchacho —Langsley— tiene la suficiente capacidad como para brindar servicios a la humanidad incomparablemente mayores que los que pueden lograrse intentando volar. Para estudiantes e investigadores del tipo de Langsley hay empleos mucho más útiles”.

Qué barbaridad.

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios. [email protected] X: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA Mireya Aguilar: ¿Es el sazón o la sazón?

LE RESPONDO: Es la sazón.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: El arte es subjetivo para el espectador. Toda explicación de la obra por parte del artista es una estupidez.

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