Mi mamá tiene una amiga, gran amiga y más que amiga, comadre que amadrinó a mi hermana cuando tomó el sacramento de la confirmación. Se conocieron en el consultorio del pediatra cuando coincidían llevando a sus bebés a la revisión médica periódica. Empezaron saludándose y luego se ponían a platicar y así empezó una gran amistad, algo nada fuera de lo común.
¿Común? Pues lo era, porque ya las cosas han cambiado.
Ahora cuando me ha tocado estar en el consultorio del pediatra, la gente prácticamente ni se saluda. Y aquel que saluda pues nadie le contesta. Nadie le presta atención al entorno ni a los presentes porque todo mundo está enfrascado mandando y recibiendo mensajes por el teléfono móvil.
Es increíble que la gente que en otras circunstancias practica los buenos modales se haya convertido en gañanes — ellos y ellas— maleducados que te ignoran o cortan cualquier principio de conversación por estar picándole al aparatito, “conversando” con personas que están en otra parte.
Luego te metes a ver qué es lo que están platicando y te decepcionas al encontrar que se comunican casi puras cosas intrascendentes: “Estoy aquí con el pediatra”. “Yo ando en el súper”. “¡Qué ganas de un café!” Nada consistente. También ahora hasta se toman la foto para mostrarle a todos que está esperando para pasar con el pediatra… y “adornan” la foto con filtros, figuritas, monitos que bailan y que sacan la lengua. Así pasan el tiempo en lugar de entablar una conversación con los demás que esperan. Al fin y al cabo, allá afuera, ¿a quién le importa que estás con el pediatra? Lo que más sorprende es que incluso las señoras o señores que se reúnen a tomar café a media mañana en un restaurante inician conversaciones que se interrumpen a cada rato porque empiezan los sonidos raros de un celular que llama, la persona sin dar ninguna excusa a los presentes contesta y se levanta de la mesa para escuchar con más claridad o se aísla concentrada en contestar los mensajes escritos picándole con el dedo al teclado. Los demás esperan pero antes de que uno termine ya está el otro llamando y así la conversación con los presentes fracasa. Así es ahora, ¿a poco no? Dicen que en algunos restaurantes europeos al entrar le decomisan a los clientes sus teléfonos celulares o hacen que todos pongan sus aparatejos al centro de la mesa y el primero que lo agarre paga la cuenta.
¡Excelentes medidas! Si se trata de una urgencia uno entiende, pero sinceramente la mayoría de las veces no es así.
Es absurdo que —ya me ha pasado varias veces— hasta una junta de trabajo se acabe inopinadamente porque suena un celular, el usuario se levanta y al momento suena otro y otro y la junta, con todo y que los jefes le habían dicho a la secretaria: “no me pase llamadas” se la pasan arreglando el mundo, pero el mundo exterior e ignorando a los presentes.
Que conste que no estoy en contra de la tecnología, pero como cualquier otra cosa, el abusar hace daño. Yo le recomiendo, de verdad, que si va a hacer algo en este Día del Amor y la Amistad, vívalo al máximo y conéctese en la conversación real con las demás personas, algo que es necesario y reconfortante hacer.
Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios. [email protected]. X: @donjuanrecaredo.
ME PREGUNTA Patricia Montes: No me queda muy claro el significado de la palabra “misoginia”.
LE RESPONDO: Misoginia el odio o aversión a las mujeres. Un misógino es una persona que odia a las mujeres.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: Cuida los minutos que las horas se cuidan solas.