Hay dos reformas que, si se aprueban, afectarían las condiciones de vida de los trabajadores mexicanos, las cuales están a discusión: la reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales y la abrogación de la reforma a las jubilaciones de 2007 que puso en manos de las Afores -mayoritariamente de los grandes bancos extranjeros- a la masa acumulada de dinero aportado por los trabajadores para los años finales de su vida. Todo indica que ninguna de las dos reformas será aprobada por la aplastante mayoría de Morena y sus aliados en las cámaras del Poder Legislativo; están ocupados en "otras cosas". La primera se envió "a una mayor discusión", lo que significa que se aplazará su aprobación "sin fecha"; y la segunda -que es una de las muchas reformas neoliberales aún vigentes- ya informó la presidenta que no será aprobada en este período y, tememos que "nunca" pues su proyecto político está cada vez más controlado por expriistas y expanistas, ubicados en sus cúpulas, quienes las aprobaron cuando eran dirigentes del Prian, como ellos dicen.
Hace mucho tiempo que la jornada laboral es de 48 horas, y el notable avance de la tecnología y el aumento de la productividad del trabajo que ha posibilitado, no ha significado una reducción similar y equitativa de la jornada laboral; toda se la ha apropiado el capital propietario que ha podido aumentar la parte del producto interno bruto (PIB) nacional que recibía. Hacia mediados de los años 70 del siglo pasado, el Inegi señala que los trabajadores recibían el 40.6 % del PIB, el cual se redujo al 26.7 % en 2018; los aumentos del salario mínimo acodados por los gobiernos de la "4T" lo hicieron subir al 31.8 % en 2024, pero está sometido a la tasa de inflación y a los costos de la recesión del capitalismo mexicano en curso, las cuales lo harán caer nuevamente.
La desigual distribución del ingreso que soportan los trabajadores mexicanos es otra prueba de esta pésima distribución de la renta nacional entre empresarios y trabajadores. Según la Cepal, el 5% más rico de la población mexicana recibía en 2020 el 60.8% del ingreso nacional, elevándolo del 48.2% percibido en 1974; mientras el 50% de la población más pobre solo obtenía el 14.0% del ingreso. En el primer periodo de gobierno de la "4 T", el ingreso del 50% más pobre de la población mexicana solo aumentó en 2.5%.
Al mismo tiempo (2019), el 5% de la población más rica poseía el 57.7 % de la riqueza mientras el 50% más pobre solo tenía el 0.6% de ella. Lo más contradictorio es que en el 2020, mientras el decil más pobre de la población recibía el 54.3% de sus ingresos en apoyos gubernamentales, el decil más rico obtenía el 21.5% de ellos desde los bienes públicos manejados por el Estado, y que esta proporción aumentó casi al doble al inicio del primer gobierno de la "4T".
Como veremos en otro texto, la reforma del 2007 a las pensiones no ayudó a mejorar esta situación. ¿Cuánto tiempo gastará la "4T" en cambiarla?
Concluyamos, por ahora, diciendo que el consejero de estos temas no puede ser el hombre más rico de México y América Latina, como parece por sus continuas visitas a Palacio Nacional y las fotos con la señora presidenta.