El Papa Francisco nos dejó un legado invaluable de su inspiración e intensa actividad espiritual. Ya se evalúa la trascendencia de todos sus escritos que tanto para la vida actual como para el futuro de la humanidad, se resumen en la importancia que tiene la religión y los valores para las decisiones que se toman en todos niveles.
Contra la actitud liberal de relegar al ámbito personal toda decisión moral, el Papa Francisco elevó a primeras planas la trascendencia para la paz del mundo, empezando por las relaciones de las personas, llegando hasta los niveles más altos de la política mundial. En efecto, la acción de Francisco en decisiones de dimensión mundial tanto de índole política como social se percibió desde el primer momento de su papado. Los asuntos más importantes que se sucedieron en últimos 13 años que duró su Papado fueron guiados por la intención de hacer que trascendieran para aliviar los profundos problemas del momento y buscaran enderezarse hacia el bienestar de los miles de millones de seres que habitamos el Planeta que ha alcanzado ya los ocho mil millones de pobladores.
En un mundo en donde prácticamente estallan conflictos que cobran millones de vidas tanto por la acción militar, como el hambre y la desolación, la acción que procuró aportar Francisco fue un elemento central de paz. El Papa con humildad, hizo valer su influencia para la solución de los conflictos nacionales e internacionales tanto en Medio Oriente, Europa Central, Asia y África. Para América Latina el Papa procuró ser un elemento estabilizador.
Una prueba de la importancia de su mensaje la tuvimos en el impresionante número de reyes, jefes de gobierno y de Estado y representantes de más de 174 países que asistieron a los funerales de Francisco y aprovecharon el momento para dirimir asperezas, como fue el caso de la plática que sostuvieron Zelensky y Trump, al igual que otros jefes de Estado que aprovecharon la oportunidad para intercambiar opiniones. Esos encuentros fueron muestra de la jerarquía superior de la moral inspirada en experiencias y principios religiosos más que estrategias y conveniencias políticas y militares que en su más depurada expresión llevan guerra y desolación a millones de seres humanos. Esta primacía moral es el legado principal de Francisco para el mundo actual donde reina la confusión, en el que todos los políticos, sin excepción, buscan fórmulas ya vistas para aliviar las tragedias presentes en todo el Planeta.
Esta semana que viene comienza el Cónclave. De los 287 Cardenales, sólo 133 tienen derecho a voto y se reunirán desde el próximo miércoles en la Capilla Sixtina para elegir al próximo Papa. De ellos depende el rumbo que tomará la institución dos veces milenaria para encontrar la figura del que puede romper convenciones y ataduras y trazar nuevos rumbos de la institución más influyente en estos momentos para encontrar la paz y la equidad en un mundo acosado de crisis climáticas y demográficas.
Se necesitan soluciones firmes y novedosas en materia de migración, relaciones familiares. Los temas abarcan desde la solución de antiguos conflictos, equidad y respeto. Lo que importa son los criterios con los que éstos puedan resolverse. Los adelantos tecnológicos, la inteligencia artificial, la ciencia y cómo éstos inciden hoy en día en nuestras vidas. Evitar las soluciones militares que nunca han aportado una paz permanente. Buscar la equidad en materia económica para encontrarla en los criterios de la moral y no tanto en las estadísticas.
Es éste el legado fundamental del Papa Francisco para su sucesor.