Antes del primer juego de la reciente serie de fin de semana entre Unión Laguna y Tecolotes de los Dos Laredos, encuentro efectuado en el Estadio de la Revolución el pasado viernes 18 de julio, se llevó a cabo la ceremonia de develación de la placa, en el Paseo de las Estrellas, en honor del gran jugador cubano Pedro “Charolito” Orta.
Posteriormente, en la sexta entrada del juego de ese día, se anunció que su nombre ha quedado inscrito en la barda del jardín derecho, el primero que se coloca en ese prado, así como el número 6, que portó en la franela que vistió como pelotero del Unión Laguna, en señal de que ha sido retirado. Además, en ese momento, quedó incuido su número y nombre en la caja luminosa que se encendió en la parte superior de los palcos centrales del Estadio. De acuerdo a la tradición del beisbol, el número 6, del “Charolito” Orta, nadie jamás lo podrá usar en el Unión Laguna, como homenaje permanente a él.
Como dato curioso, llama la atención que la estrella con su nombre y número sea la única que aparezca en la barda del jardín derecho, siendo que el “Charolito” Orta es a quien se considera el jardinero izquierdo del equipo ideal de la época de oro del Unión Laguna, según se lee en la página 317 del libro conmemorativo “80 años de unión con La Laguna”, publicado por el Club.
El 31 de enero de 1914 nació Pedro Clodomiro Orta, el popular “Charolito”, el cubano más lagunero, quien llegó a nuestro país en 1946 para jugar con Tampico en la posición de jardinero.
La Enciclopedia del Beisbol Mexicano indica que nació en La Habana, pero el académico Roberto González Echevarría, en su formidable historia del beisbol cubano, dice que fue en Pinar del Río donde Pedro Orta vio la luz primera, y que en su país se inició jugando la tercera base en equipos de los regimientos militares.
Al Unión Laguna se incorporó, procedente de los Diablos Rojos del México, ya iniciada la campaña de 1949 y estuvo con el equipo en las siguientes cuatro temporadas, de 1950 a 1953. Fue pues integrante de nuestra novena cuando ésta ganó su segundo campeonato en 1950. En 1954 terminó su carrera jugando para Yucatán. En sus ocho temporadas en la Liga Mexicana de Beisbol su promedio de bateo de por vida registra un magnífico .301. Fue además campeón robador de bases de toda la Liga en 1950, 1951 y 1953.
Retirado como jugador activo, don Pedro Orta, quien se ganó el afecto de los laguneros por su trato amable y su don de gentes, se quedó a vivir entre nosotros y durante muchos años fue coach del Unión Laguna. Van al respecto un par de anécdotas de cuando se desempeñó como coach: Primera: Pablo Hernández Ruas, también cubano y residente desde hace más de medio siglo en la capital mexicana, gran aficionado a la pelota y excelente amigo, platica que cada vez que Unión Laguna visitaba el añorado Parque del Seguro Social, ya fuera para enfrentar a los Diablos Rojos o a los Tigres capitalinos, este último el equipo de sus amores de mi compadre Pablo, procuraba ver la forma de acercarse a saludar a don Pedro Orta, quien invariablemente y de manera siempre amistosa, a manera de saludo, solía decirle: “Cómo está la cosa, paisano; hay que platicar”. Y muy atento, procedía a despedirse y se retiraba. Afirma Pablo que en realidad jamás pudo conversar con él, porque ese “hay que platicar” jamás se pudo concretar.
Segunda: El licenciado Javier Cavazos Gómez, comenta que cuando él fue presidente del Unión Laguna, en uno de esos juegos de cada serie que se realizaba en el Estadio Rosa de Gómez Palacio, en cierta ocasión durante la temporada de 1999 o del año 2000, estando don Pedro de coach de tercera base, salió tremenda línea de foul que creyó que iba directamente a su cabeza, quien, sin embargo, aún con grandes reflejos, logró esquivar y cayó de espaldas al suelo. Al día siguiente conversó con él y le dijo que en lo sucesivo su labor consistiría en asesorar en el bullpen al manager. La respuesta de don Pedro, comenta el licenciado Cavazos, lo dejó pasmado. Le dijo: • “Lo que en realidad tú crees es que un día, estando de coach, me pude golpear de lleno una pelota y matarme. ¡Nada quisiera yo más, que morir en el diamante!” Falleció don Pedro en Torreón en agosto de 2001. Su hijo Jorge Orta Núñez, gran amigo, lagunero por adopción, gloria del beisbol mexicano, quien jugó 16 temporadas en Grandes Ligas, principalmente con Medias Blancas de Chicago, lamenta no haber estado presente en el homenaje a su padre, porque no se enteró de que se iba a realizar.