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Ni un lanzamiento antes, ni un lanzamiento después

JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

El gran cronista del deporte rey que fue don Pedro “El Mago” Septién, integrante del Salón de la Fama del beisbol mexicano, solía citar varios dichos suyos que revelaban el enorme conocimiento que tenía del juego de pelota. Entre otros, uno que reza más o menos así: “El genio de un buen mánager consiste en decidir cuándo relevar a su pitcher; que debe ser ni un lanzamiento antes ni un lanzamiento después”. El problema de orden práctico consiste en determinar cuándo es llegado ese momento. Sólo el piloto está en condiciones de saberlo. Y será precisamente por el resultado que finalmente obtenga, si acertó o no.

Para esa decisión, ciertamente difícil, los mánagers del beisbol mexicano tienen ahora a su alcance una serie de herramientas. De entrada, la abundante estadística con que hoy cuentan, que debidamente ordenada, clasificada y correlacionada con datos de numerosas variables y del equipo adversario, le permiten tener un panorama general de la situación. Le llaman sabermetría.

Los mánagers se apoyan además, obviamente, con lo que les dicte su experiencia, sus conocimientos del juego y su intuición. Adicionalmente tienen la posibilidad de asesorarse de su cuerpo técnico, concretamente del coach de pitcheo y aun del coach de bulpen, y desde luego de la información que les aporte el receptor que en el juego esté recibiendo los lanzamientos atrás del pentágono. Porque como es de suponer, quizá nadie como el cátcher tiene información valiosa acerca de las condiciones del pitcher cuyo relevo se está considerando.

¿A qué viene lo anterior? A la dolorosa derrota sufrida por el Unión Laguna en el primer juego de la doble cartelera del pasado domingo, el del día del padre, con motivo de que el primero de la serie contra los Pericos de Puebla, a celebrarse el sábado 14, fue suspendido por lluvia. Dicho juego del domingo, pues, fue a 7 entradas.

Por los Algodoneros ese primer juego del domingo lo abrió Ricardo Sánchez, quien al momento de llegar al montículo tenía sus números, nada buenos, en un juego ganado y dos perdidos, con efectividad de 10.24 en 19.1 innings lanzados. Sin embargo, en notorio contraste, el domingo, al dejar la lomita no le anotaron carrera en las cinco entradas que lanzó, le batearon únicamente 4 imparables, ninguno de éstos de extrabase, sólo concedió un pasaporte y recetó par de ponches. Hizo un total de 73 lanzamientos, de los cuales 47 fueron de strike, a los 21 bateadores que enfrentó. Todo parecía indicar que navegaba en aguas tranquilas y que tenía la situación bajo control.

Pero hete aquí que al abrir la 6ª entrada en lugar de él, de Ricardo Sánchez, apareció en el montículo el relevista Taylor Williams (el de la canción “perro, perro con perro…”), que ha tenido poca actividad en la actual campaña con motivo de que se lesionó muy al principio de la temporada. Aunque se supone que ya está recuperado, su regreso a la actividad debe darse de manera paulatina y en situaciones que no sean de alto riesgo. Es decir, darle la opotunidad de lanzar para que se vaya asentando, en juegos en los que la diferencia, ya sea a favor o en contra, sea de un buen número de carreras, de diez o más, pero no cuando tal diferencia sea apenas de cuatro carreras, como fue el caso del domingo. Y vimos cuáles fueron las consecuencias: no sacó un solo out, la anotaron 3 carreras, todas limpias y le batearon un cuadrangular.

A pesar de lo anterior, también en notorio contraste, los números de Taylor Williams en la temporada 2024 fueron bastente positivos. En 48 innings que tiró el año pasado ganó 3 juegos y no perdió uno solo, su efectividad fue de 2.63, bastante aceptable, ponchó a 50 bateadores (en promedio más de uno por entrada), sólo concedió 14 bases por bolas y los adversarios le batearon para .213. Bien, realmente bien. ¿Por qué entonces enviarlo a ese previsible relevo fallido del domingo? Y respecto de Yoan López, quien finalmente perdió el 1er juego del domingo, ¿qué decir? En general que es un brazo relativamente cansado, toda vez que ha sido el cerrador de cabecera con motivo de la ausencia de Thomas McIlraith, también por lesión.

¡Ah, qué importante es no relevar a un pitcher ni un lanzamiento antes ni un lanzamiento después!

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Escrito en: La Peña Beisbolera Columnas Deportes Juan Antonio García Villa

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