Correspondió al buen amigo Aarón Arguijo lanzar la ceremonial primera bola del choque de pelota de Unión Laguna contra Charros de Jalisco, el pasado viernes 23 de mayo. En ese momento, nadie imaginó que dicho juego habría de ser el más emocionante de los celebrados hasta ahora en el Estadio de la Revolución, durante la actual temporada de la Liga Mexicana de Beisbol. Vecinos de butaca, amigos de la Peña y varios cronistas así lo han afirmado: el más emocionante de este año.
Ese viernes el juego dio inicio a las 7:32 p.m., con una temperatura de 39.4 grados centígrados, cielo parcialmente nublado, registró una asistencia de 6,503 aficionados y su duración fue de 3 horas con 37 minutos, tiempo razonable si se toma en cuenta que las acciones se fueron a once innings.
A lo largo del encuentro la pizarra siempre se mantuvo cerrada y registró altibajos, así: en una entrada los Charros estuvieron arriba en el marcador, pero en cuatro episodios fue el Unión Laguna, en cinco capítulos estuvieron empatados y en el undécimo inning el equipo de casa anotó la de la diferencia para llevarse la victoria, 7 carreras por 6. De hecho, se puede decir que fue un duelo de pitcheo, a pesar de que nueve lanzadores fueron los que desfilaron por el montículo de parte de los Charros y cinco por Unión Laguna.
En el undécimo rollo, el equipo de Jalisco estuvo a un out de llevarse la victoria, pero con corredor en la tercera almohadilla en los spikes de Didi Gregorius, quien anotó la del empate con oportuna rola de hit al central bateada por Nick Torres. A continuación, con la carrera del triunfo, se vino a la registradora Julián Escobedo (quien había recibido base por bolas intencional) impulsado al home por un todavía más oportuno hit al derecho conectado por Isan Díaz, para dejar tendidos en el terreno a los Charros de Jalisco.
Ahora a esta forma de desenlace de un juego muchos aficionados le llaman “walk up”. Considero que es más descriptivo, más sonoro, músico y peregrino, decir que el equipo derrotado quedó tendido o regado en el terreno. Que en modo alguno implica desdoro, porque significa que hasta el final dio la batalla y resultó vencido en buena lid.
Con 2 outs en la pizarra y el corredor que representaba el empate estacionado en la antesala, el mánager de los Charros, Benjamín Gil, que lo será del seleccionado mexicano que representará a nuestro país en el Clásico Mundial del próximo año, ordenó dar base por bolas intencional a Julián Escobedo, como estrategia para buscar el tercero y último out de la entrada en cualquiera de las dos primeras colchonetas. La estrategia, sin embargo, le falló. Bien dicen los cánones beisboleros: “nunca embases al jugador que te anotará la carrera que te hará perder”.
Bien, el viernes, quizá como nunca en lo que va de este 2025, las emociones estuvieron a tope en el Revolución, no sólo por lo antes dicho sino también por los lances espectaculares que se vieron a la defensiva en uno y otro equipo. Un juego redondo, sensacional, por las emociones que brindó.
Pero obviamente, no ha sido el único juego. El beisbol, de acuerdo a los resultados que arrojó el estudio, muy meticuloso y completo, realizado hace veinte años por la Universidad de Bristol, Inglaterra, es –y por mucho- el deporte que más emociones genera. Y, claro, también sufrimiento.