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Julio Faesler

La participación internacional de México como peldaño hacia el desarrollo

JULIO FAESLER

La población mexicana en Estados Unidos calculada en casi 40 millones de individuos, se debe a la constante emigración que desde hace más de un siglo se viene dando. Hoy día esa emigración ha aumentado por la falta de empleos normales y la falta de seguridad. Añádese la política racial de Trump en contra de los nuestros, con vejaciones, violación de los derechos humanos y graves faltas de seguridad al margen de la ley que hace más dificil el tema. La cuestión migratoria se ha convertido en un asunto de conflictos muy serios en las relaciones de Estados Unidos con muchos países.

El gobierno mexicano se ve obligado por la presión que ejercen las medidas del presidente norteamericano, a buscar fórmulas para controlar la corriente migratoria que recorre desde nuestra frontera sur hasta la del norte. Renuente por argumentos de soberanía, seguimos las normas dictadas por López Obrador el fundador de Morena e instrumento de la 4 T, pese a que a cada vez se advierten sus paupérrimos rendimientos en todos los órdenes de la vida nacional. La sociedad civil está insistiendo a través de cientos de sus variadas entidades, en que no se pierda más tiempo en instrumentar los cambios necesarios, no tanto en modificaciones constitucionales como en normas y prácticas de las entidades existentes.

El sistema sigue siendo el culpable de la inmensa brecha que se amplía entre los que tienen educación y calificación para realizar actividades de alto rendimiento y los que forman la masa popular sin más perspectivas que en superar sus escasas condiciones de vida.

Subsiste la ironía de un México que sigue dependiendo cada vez más de las pensiones y dádivas oficiales más que en su productividad personal. Con ello, el país pone barreras y desestimula la creación de nuevas actividades para apoyar su confirmado potencial, lo cual abriría la llave a una ocupación digna y productiva. De hacer realidad esta opción estaríamos contando con un sistema educativo de alta calidad comparable a los que funcionan en muchos otros países.

El tiempo no espera. No son tiempos para ser malgastados en desastrosas maniobras baratas que hacen gala la mayoría de los politicos de nuestro país y que utilizan a los partidos políticos para amasar fortunas frustrando las aspiraciones de los electores que los han llevado a los puestos que hoy ocupan utilizando mucha labia y demagogia. Si así lo queremos, podríamos resignarnos al pesado paso que marcan las estadísticas que nos ofrece el INEGI y que podrían reflejar una escasa marcha sumida en el hoyo de un crecimiento del 0% del PIB para 2026.

Podemos decidir resignarnos a esa realidad o preferir entregar nuestra confianza al optimismo artificioso y demagógico que a diario nos regala la señora Sheinbaum para alimentar una artificiosa esperanza que cada vez nos inspira menos. De las noticias se puede ser optimista cuando el presidente entienda que no debemos depender de otro factor más que el de mejorar la productividad del país.

Para que se den las reformas que sabemos son necesarias, hay que dedicarle tiempo a prepararlas, educar a niños y jóvenes enseñando artes y oficios en las escuelas secundarias y preparatorias.

La pobre realidad mexicana, al lado de su completa ignorancia personal, podría explicar el nulo interés que AMLO tuvo en que participásemos como miembros de organismos internacionales como la OMS , OMC. UNESCO y la OIT. La participación de México en la ONU, el grupo de los 20 o el PNUD, son poderosos incentivos para que lo antes posible dejemos de ser únicamente abastecedores al vecino del norte de los brazos de trabajo que aquí desperdiciamos.

Es de alabarse el que la señora presidente quiera reincorporar al país a las instituciones antes mencionadas, pero es necesario que este propósito se complete designando a personas idóneas representando nuestro país en lugar dejar a los que fueron nombrados por su antecesor sin que tuvieran la más mínima experiencia diplomática.

No hay tiempo que perder y queda a nuestro deseo escoger entre aceptar como realidad los pobres datos del crecimiento nacional que nos amenazan reducir el crecimiento al 0% en 2026, o decidir empeñar nuestros esfuerzos para cambiar el destino nacional hacia metas en consonancia con las aspiraciones de todo nuestro pueblo.

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