Cuando el presidente Donald Trump despidió a una alta funcionaria de estadísticas laborales después de que ella reportara malas noticias sobre la economía, se encendieron las alarmas.
Muchos temen que el gobierno de Trump empiece a maquillar los datos económicos, como ya pasó en Argentina con consecuencias desastrosas.
El temor concreto es que los inversionistas dejen de confiar en las cifras económicas de Estados Unidos, se produzca una fuga de capitales y haya una crisis como la que golpeó a Argentina hace más de una década.
En rigor, hay parecidos sorprendentes entre ambas situaciones, pero también diferencias importantes.
El 1 de agosto, Trump echó a Erika McEntarfer, comisionada de estadísticas del Departamento de Trabajo y funcionaria de carrera. Se quejó, sin pruebas, de que ella había "manipulado" las decepcionantes cifras de empleo publicadas ese día.
En pocas palabras, despidió a la mensajera de las malas noticias. Trump dijo en sus redes sociales: "Los números de empleos de hoy fueron amañados para que los republicanos y yo quedáramos mal".
Ya antes, Trump había amenazado repetidamente con despedir al jefe de la Reserva Federal, Jerome Powell, por no querer bajar las tasas de interés.
El titular del diario The Wall Street Journal sobre el despido de McEntarfer decía: "La jugada del presidente pone en duda la calidad del aparato estadístico de Estados Unidos".
El mensaje de los economistas era que si los datos de la economía estadounidense son manipulados, los inversionistas llevarán su dinero a otros lados.
Martín Redrado, expresidente del Banco Central de Argentina cuando el fallecido presidente Néstor Kirchner intervino el instituto oficial de estadísticas (INDEC) en 2007, me dijo que esa decisión fue "el principio del colapso financiero a cámara lenta de Argentina".
Redrado señaló que el Banco Central, bajo su dirección, dejó de usar las estadísticas oficiales del INDEC en sus publicaciones y empezó a basarse en cifras de economistas independientes. En los años siguientes, los gobiernos kirchneristas despidieron cada vez más funcionarios técnicos del INDEC, la confiabilidad del país cayó aún más y muchos empezaron a vender sus bonos argentinos.
"Estados Unidos todavía tiene instituciones más fuertes que las que tenía Argentina en ese momento", aclaró Redrado. "Pero si Trump llega a despedir al jefe de la Reserva Federal, pondría a Estados Unidos en la misma situación en la que estaba Argentina".
Fausto Spotorno, director del Instituto de Economía de la Universidad UADE de Argentina, me dijo que "en Argentina, la pérdida de confianza en los datos del gobierno fue algo gradual. Tomó años de intervención en las estadísticas oficiales antes de que los mercados entraran en pánico".
Después de la intervención del INDEC en 2007, el gobierno de Kirchner presionó a empresas de alimentos para que bajaran los precios de algunos productos. Luego ordenaba a los funcionarios de estadísticas que usaran esos productos más baratos para medir la inflación.
Marcelo Giugale, exalto funcionario del Banco Mundial y profesor de la Universidad de Georgetown, calificó el despido de McEntarfer como "una muy mala noticia para Estados Unidos y para el mundo".
"Es como si el piloto del avión más grande del mundo ve que el avión está perdiendo altura y, en lugar de ver qué pasa y consultar con el copiloto y los expertos en tierra, toma un martillo y destroza el tablero", me dijo Giugale. "Eso es lo que hizo Trump al despedir a McEntarfer".
Giugale señaló que, por suerte, Estados Unidos todavía cuenta con otras oficinas de estadísticas que probablemente seguirán dando cifras veraces. Sin embargo, la desconfianza es muy contagiosa, advirtió. "Si la gente empieza a desconfiar de las estadísticas laborales, pronto va a empezar a desconfiar de los datos de la inflación y de las demás cifras del gobierno", dijo. "Y al revés, cuando el gobierno dé buenas noticias, puede que nadie las crea".
En resumen, el despido de McEntarfer quizás no sea por sí solo el fin del mundo.
Pero si Trump sigue interviniendo en las agencias económicas más respetadas de Estados Unidos, podría ser el principio del fin de la estabilidad económica del país y del dólar como la moneda más confiable del mundo.