ué podía salir? Todo. Nada bueno puede esperarse cuando el temor invade a los gobernantes. Primero les sembró incertidumbre. Luego los amenazó con aranceles (hasta ahora, la palabra del siglo). Después alardeó que, sin sus armas y dinero, no son nada. El "trato" le salió redondo ante los pequeños gobernantes europeos. Qué tiempos aquellos, cuando Europa dio grandes líderes políticos. Hoy son historia.
La escena es representativa de los vientos que corren. El 27 de julio, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente estadounidense, Donald Trump, se reunieron en una sede no oficial; un espacio privado propiedad del magnate. Su tendencia patrimonialista en el gobierno es abierta y sin tapujos, por lo mismo, desde su campo de golf en Escocia, se impuso a la Unión Europea. Mejor imposible.
Acobardados con el magnate, cedieron en todo sin chistar. Incluso, hasta la prensa europea asumió la "negociación" como un éxito. Frente a frente, Von der Leyen afirmó: "Tenemos un gran acuerdo". Dicho de otra manera: 15 por ciento de aranceles generales para la Unión Europea y cero para Estados Unidos. A nombre de la Unión Europea, Ursula aceptó sin chistar la imposición. Vaya ironía, los burócratas de Bélgica se imponen al resto de los ciudadanos. Sonríe a fuerzas y reafirma que tienen "el mejor acuerdo". Extiende la mano para saludar e inmediatamente el magnate la lleva hacia su terreno, no la suelta, como claro signo: te tengo. Hace tiempo que Europa no tiene líderes relevantes, por el contrario, la humillación que les propinó el magnate, demuestra el vacío y la irrelevancia de los políticos europeos.
Para muestra, se impuso a la OTAN previamente y después les recetó gastar un 5 por cierto del PIB en defensa. Negocio redondo. Aranceles, consumo de energéticos por 750 mil millones de dólares y compra de armamento a la industria estadounidense.
Con razón afirmó el magnate: "es el mayor acuerdo jamás alcanzado, mientras le vuele a tomar la mano a von der Leyen en posición de pertenencia.
Apenas algunas voces se alzaron. El primer ministro francés, François Bayrou declaró: "Es un día oscuro cuando una alianza de pueblos libres, reunidos para afirmar sus valores comunes y defender sus intereses compartidos, se resigna a la sumisión". En las antípodas de los valores liberales, el primer ministro de Hungría Víktor Orban fue lapidario: "Esto no ha sido un trato. Trump se ha desayunado a Von der Leyen".
Por su parte, el político alemán, Fabio De Masi expresó su indignación: "Este pacto es una traición a Europa y provocará un daño económico inmenso. Es, sin duda, uno de los peores acuerdos jamás firmados. La señora Von der Leyen debería asumir responsabilidades y dimitir". Ante el embate, hubo pocas voces críticas; lo que ganó fue el silencio y la imposición.
Pero sin duda, las caricaturas palparon mejor el momento. En una, Ursula aparece dorada a la manera de Trump. En otra, ambos se encuentran en el campo de golf. El caddie es Von der Leyen, va detrás del magnate, cargando los palos… ¡Vaya humillación!
