“El éxito académico no es un concepto fácil de definir, ya que encierra diferentes dimensiones cognitivas, afectivas, sociales, institucionales y culturales”, explica Iván Hernández Anaya, psicoterapeuta y profesor.
Tradicionalmente, el éxito se vincula al rendimiento escolar del alumno y al nivel de conocimientos que muestra en una materia o área, explica el docente, sin embargo, añade que “lamentablemente es una visión que resulta reduccionista, puesto que no comprende la totalidad del fenómeno del éxito en contextos escolares”.
Más allá de una calificación alta en las materias cursadas en cualquier etapa escolar, el éxito debería ser evaluado, según el profesor, por diferentes factores como habilidades, conocimientos, actitudes y valores que se construyan a lo largo del proceso educativo.
“El éxito académico debe ser comprendido como un proceso integral, dinámico y contextual que no está limitado a las calificaciones, sino que debe considerar el desarrollo de competencias personales, sociales y emocionales que permitan a los alumnos enfrentar con eficacia los desafíos educativos”, explica Hernández.

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El movimiento Appstinence ayuda a reducir la hiperconexión.El papel de los padres
Para el psicólogo y profesor, la idea del éxito, cuando se entiende como el logro de calificaciones sobresalientes, habilidades extraordinarias o reconocimiento y validación externa, “puede afectar negativamente la motivación, y muchas veces lleva a los alumnos a sentirse incomprendidos o desestimados de sus verdaderas capacidades”.
En este aspecto, el papel de los padres “es un componente esencial e ineludible dentro del proceso educativo”, menciona el psicólogo.
“Se requieren padres que tengan un rol que supere el aspecto básico de fungir como proveedores, ya que ellos, por medio de su rol, inciden en la motivación, la actitud y el rendimiento de los alumnos, sobre todo en los niveles básicos donde aún requieren de rutinas de alimentación, actividad física, convivencia, apoyo en la elaboración de tareas, gestión del ocio y hábitos de sueño”, asegura el profesor.
Cuando los padres están presentes en la vida personal y educativa de los hijos, estos se sienten respaldados y se convierten en refuerzos positivos que favorecen el compromiso de los alumnos con su preparación académica.

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