ENCRUCIJADA
La semana pasada fui con una maestra, quien por teléfono me pidió, de una forma muy animada, que requería de una consulta psicológica para ella y para su querido perro "Sultán".
Resulta que el perro en cuestión parece una cruza de Poodle con Cocker, y por razones desconocidas está constantemente enojado con la vida; es decir, siempre está gruñendo y a la defensiva.
La maestra me comentó que quiere mucho al "Sultán", pero no deja de ver que el perro es intolerante para muchas cosas, por ejemplo, si lo quieren bajar de un sillón, o cargar para subir al carro, y a veces, aun cuando alguien lo quiere acariciar para hacerle un cariño, éste responde mordiéndolos. "No sé qué hacer", me comenta, pues su carácter cada vez está peor, y me preguntó si castrándolo cambiaría, a lo cual yo le respondí que ese problema en especial no se resuelve esterilizándolo.
La maestra me dice: "Mire, le voy a hablar con la verdad, estoy en un momento muy fuerte de mi vida y quisiera arreglar todas mis cosas pendientes, entre ellas el problema en que, sin querer, se ha convertido mi perro".
Después de un rato de hablar con la maestra reconocí en ella muchas cualidades, como la nobleza, el inmenso amor filial que tuvo por su mamá, a quien siempre cuidó, y la entereza y fortaleza ante esa enorme prueba que Dios le mandó, como un regalo para ella, aunque muchas veces, para quien lo vive, es inentendible y por ratos insoportable.
Me retiré de la casa llevándome al "Sultán" para esterilizarlo y someterlo a un tratamiento a base de paciencia y cariño, aparte de la castración, esperando que, por el bien de él, su carácter mejore, y deseando que su ama resista y supere esa enorme prueba que Dios le mandó, y que hoy la tiene en esta gran encrucijada luchando por su vida, en la que todos, algún día sin duda, estaremos.
Y ahora, para terminar, una gota de filosofía:
Sabrás que eres rico en esta vida cuando hayas ganado muchas cosas que no se compran con dinero.