Son varios los elementos que se requieren atender para que la economía de México supere las condiciones adversas que se presentan en los mercados internacionales y muy particularmente, en las políticas de Estados Unidos que se concentran en hacer de ese país el centro determinante del desarrollo político mundial.
La primera y más importante fuerza con la que México ha de contar es el desarrollo cabal del gran potencial productivo de los cientos de miles de pequeñas y medianas explotaciones agrícolas e industriales con que contamos. No basta la importancia que tienen las grandes empresas trasnacionales establecidas en nuestro país para que se aproveche toda la capacidad productiva y con ella, abastecer el consumo interno y las demandas de exportación. De ahí la importancia de reclutar la máxima proporción de pequeñas y medianas industrias junto con la producción agrícola, pesquera y minera y el país.
El panorama internacional está lejos de ser favorable a los propósitos antes mencionados. Por una parte, la inflación está cobrando impulso prácticamente en todos los países, reduciendo la capacidad real de nuestros clientes internacionales. Además de lo anterior, crece la tendencia del proteccionismo, particularmente liderado por la política arancelaria de Trump que busca rescatar para su provecho las industrias que se habían radicado en el exterior, buscando reducir costos. A su vez, el conjunto de políticas nacionalistas de cada país complica seriamente el flujo mundial del comercio exterior.
Es pues, indispensable mantener un clima favorable en México que atraiga a nuestro propio suelo las inversiones extranjeras destinadas a surtir nuestro mercado interno y aprovechar también la cercanía del mercado norteamericano.
En la actualidad el panorama económico mundial repercute en las políticas financieras que cada país necesita implementar para defender la estabilidad de sus monedas entre las cuales el dólar ha fungido como una referencia.
Cabe mencionar, sin embargo, que la creciente deuda externa de Estados Unidos de más del 124% de su PIB, repercute en la estabilidad de muchas monedas, incluso la de nuestro peso, ya que está vinculado estrechamente al dólar como moneda de reserva. Constantemente el Banco de México se ajusta a esta realidad que afecta directamente a la competitividad internacional de nuestras exportaciones que se requieren para mantener un tipo de cambio realista y sano y así evitar un déficit inaceptable del comercio exterior.
La economía de México es de las más abiertas del mundo, algunos calculan que depende en más del 73% de la suma de las transacciones de su comercio exterior. La inversión extranjera directa constituye un factor esencial para mantener un ritmo de crecimiento sano que a su vez depende del clima favorable en términos de seguridad y respeto a las normas internacionales de operación.
Lamentablemente el gobierno no ha sido capaz de asegurar las mejores condiciones a las inversiones ni nacionales ni extranjeras. Como sucede en el caso de otros países análogos al nuestro, las condiciones geográficas y políticas de México no pueden evitar ser influidas por las políticas de vecinos poderosos. El hecho de que México forme parte del T-Mec constituye pues, un factor indispensable para realizar con la máxima independencia posible las políticas internas propias.
Las consideraciones anteriores apuntan a que México no debe atenerse a su relación con Estados Unidos por mucho que absorbe el 83% de nuestras exportaciones. Los hechos actuales nos obligan buscar otros destinos como por ejemplo, el gran mercado asiático y el de China, el de la Unión Europea y el latinoamericano.
El sexenio actual encierra la oportunidad de realizar viejos anhelos ya conocidos que por diversas causas se vieron abandonados en las administraciones pasadas.
