Estados Unidos era en el umbral del nuevo milenio, el ejemplo clave de la libertad económica, de la edificación de una convivencia mundial, incluyendo nuevos acuerdos y tratados internacionales, reordenando los planteamientos de Bretton Woods que apuntalaban al crecimiento estable de las economías al financiamiento, el empleo y las inversiones}
En el verano de 1989, Francis Fukuyama publicó en el National Interest la versión de su ponencia: El Fín de la Historia, impartida en el Centro John M. Olin de la Universidad de Chicago lo siguiente: derrotado el comunismo se abrían las compuertas de la democracia occidental basada en el respeto a la dignidad humana y la convivencia pacífica.
Bajo este nuevo escenario, México, Canadá y Estados Unidos crearon la Zona de Libre Comercio más exitosa del mundo medida bajo los siguientes parámetros: 356 millones de habitantes y un Producto Interno Bruto de seis millones de millones de dólares.
Mayor que la Unión Europea y la Cuenca del Pacífico, sus fortalezas serían producir más barato, con mejor calidad y generación de empleos. El Tratado se firmó con el reconocimiento a sus ventajas para las tres economías, un esfuerzo de integración.
El giro inédito que dio el presidente Trump al imponer aranceles del 25% a México y Canadá y a más de 180 países incluyendo los recíprocos que por lo pronto no incluyó a sus dos socios comerciales, obligó a la presidenta Claudia Sheibaum a la presentación de acciones concretas del Plan México como respuesta a la nueva configuración económica mundial.
Este es el momento de dar entrada a la iniciativa privada, los grupos empresariales son pieza clave para apoyar las propuestas. Son tiempos de paradigmas, de invitar a ex funcionarios cuyo conocimiento de las relaciones comerciales es inobjetable sin importar ideología o partidos políticos, son oportunidades para formar un gran equipo, de lo contrario se corre el riesgo de la inviabilidad del Plan. Urge certeza para la inversión y oportunidades
El autoritarismo del presidente Trump pasará por el túnel de la historia como el fin de una era y el principio de otra, basta recordar que el bien y la moral han perdido muchas batallas sobre la tierra. Hoy la Defensa del Comercio Exterior y de la Economía requieren de un Estado que realice múltiples acciones con los Centros de Desarrollo cuyo a hilos conductores sean la razón la libertad y la confianza y en el contexto interno una mejor política y diplomacia.