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Harvard

SERGIO AGUAYO

Es triste la irrelevancia del INE ante una elección ya decidida y plagada de irregularidades.

La ofensiva del gobierno conservador de Estados Unidos contra Harvard es noticia mundial por el prestigio de la institución y porque está en juego la autonomía, un pilar del modelo universitario occidental.

Las universidades que ahora conocemos inician en Europa inspirándose en el sistema grecorromano y nutriéndose con los sabios del Islam. Durante siglos estuvieron sometidas a órdenes religiosas, a obispos y a nobles. Eran esfuerzos más bien modestos (la biblioteca del monasterio benedictino de Reichenau tenía 50 libros en el año 800 y mil en el 846). Para el siglo XIII se independizan gremios de académicos en Boloña, París, Oxford y otras ciudades y aparecen instituciones que desde la autonomía revolucionaron todas las ramas del saber.

Con el tiempo Harvard destaca y se convierte en un símbolo mundial del poder construido sobre el conocimiento. Lógico que sorprenda el ataque conservador contra la impresionante red de universidades de excelencia. El 22 de mayo el New York Times publicó un gran reportaje sobre la Fundación Nacional para las Ciencias (National Science Foundation -NSF), una dependencia federal clave. Entre 2015 y 2024 la NSF otorgó en nuevos donativos dos mil millones de dólares anuales; en 2025 será menos de la mitad. Obvio, Estados Unidos se debilitará en su competencia con la República Popular China. El conocimiento cuesta, y mucho.

China ha estado canalizando ríos de dinero al fortalecimiento de sus universidades y sus centros de investigación. Sus avances son notables. Según el Instituto de Política Estratégica Australiana, el 65 por ciento de los artículos académicos sobre tecnología de baterías está firmado por estudiosos chinos y solo el 12 por ciento por estadounidenses. Es posible que sea uno de los factores tras la caída en la venta de coches Tesla en beneficio de BYD, una marca china.

Hace días terminé una estancia académica de dos meses en Europa y me impresionó la cantidad de recursos que están dedicando a mejorar la calidad de sus universidades. Uno de los caminos es atraer a investigadores estadounidenses inconformes con la incertidumbre que vive su país. El 5 de mayo la Unión Europea anunció que en el próximo bienio dedicará 568 millones de dólares a la atracción de talento.

Sumemos los proyectos de cada país. En 2019, Alemania inició un programa de fortalecimiento de sus 70 universidades de excelencia. Cada año los integrantes de esas instituciones compiten con proyectos que recibirán 613 millones de dólares. La semana pasada concluyó el proceso de 2025 y un jurado con experiencia relató que, entre las novedades de este concurso, estuvo el número de académicos estadounidenses dispuestos a migrar a Europa.

¿Y México?

México es un gigante adormilado. El capital humano acumulado es enorme. Para que se den una idea, desde su fundación en 1971 hasta marzo de 2024, CONACYT ha dado un millón 557,277 becas; en otra ocasión daré cifras de las correspondientes a posgrado. Absurdo que el gobierno federal invierta en formación y escatime en contratación. Veamos los presupuestos de CONACYT y de El Colegio de México. Durante el sexenio de Peña Nieto recibieron 9,600 millones de dólares que se redujeron en un 24 por ciento durante los años de López Obrador. Con Claudia Sheinbaum tuvieron un modesto repunte: el subsidio federal pasó de 1,300 mdd en 2024 a 1,500 mdd en el año en curso.

Desde sus inicios, El Colegio de México, institución pública dedicada a la investigación y docencia de excelencia, plasmó en su Reglamento General Académico de 2017 su vocación de recibir pasaportes de todos los colores. Ya es regla que las plazas de profesor-investigador se abran a todas las nacionalidades.

¿Entraremos a la liza global por el conocimiento o veremos desde la distancia cómo se aleja el tren de la historia? En tanto lo averiguamos, prestemos atención a la batalla entre una coalición encabezada por Harvard que cuenta con reservas financieras para resistir, y el movimiento conservador liderado por Donald Trump. Una contienda que repercutirá en las instituciones dedicadas al conocimiento.

@sergioaguayo

Colaboraron Giselle Delgadillo Martínez y Elena Simón Hernández

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