Le debemos a jóvenes bien intencionados e indignados, a un piquete de provocadores violentos, a vecinos inquietos, pobladores desplazados, a un segmento informado y sanamente preocupado por la capital nacional, a los académicos, periodistas de todas las fes e incluso a la más ácida y convencional oposición, el reanimado debate sobre gentrificación.
Hay convergencia oportuna para proponer o reclamar la mejor política pública en beneficio del mayor número de personas, con realismo y desde la comprensión de un fenómeno proveedor de oportunidades de inclusión. Y también para excluir. Especialmente afirmaciones o posturas atribuidas a las contrapartes sin correspondencia con la realidad. Ahí sí debe haber exclusión.
Algunos sostienen, por ejemplo, que la hoy Jefa de Gobierno, Clara Brugada, rechaza "a quienes no nacieron aquí". Nada sustenta esa afirmación concluyente de un argumento en el cual se opone una perspectiva contemporánea a la defendida por la mandataria capitalina quien, explícitamente, ha rechazado todo aquello diferente de atender con humanidad y respeto a quienes no nacieron en el país y transitan por necesidad o gusto.
Hace décadas, con la solidez teórica del geógrafo y académico escocés Neil Smith, quien en 1979 planteó el fenómeno como una brecha entre el valor actual del suelo y su valor potencial tras la inversión inmobiliaria, la llamada rent-gap theory, nació el concepto de gentrificación.
Algunas colonias de la alcaldía Cuauhtémoc redensificadas después del sismo del 85 se recuperaron y convirtieron en cosmopolitas emblemas de la clase media y fueron promocionadas como espacio para nómadas digitales incluso por la presidenta Claudia Sheinbaum durante su gestión al frente del gobierno de la CDMX.
A esa teoría del diferencial de renta se suma la tesis de David Harvey sobre la acumulación por desposesión: el proceso por el cual las élites económicas expanden sus dominios mediante la apropiación de bienes públicos, vivienda, cultura y suelo.
Con esas teorías o sin ellas las ciudades son tanto espacios habitables como objetos de inversión. Valorizan y desplazan a quienes no pueden sostener la competencia. Donde se impone una lógica diferente del mercado, el precio del suelo tiende a deteriorarse. Donde se desprecia a la comunidad también. Fuerzas encontradas en diálogo problemático.
Brugada estima a la gentrificación como oportunidad para defender el proyecto mayoritario de la capital nacional con "la visión de la ciudad que queremos". El secretario de Planeación, Ordenamiento Territorial y Coordinación Metropolitana, Alejandro Encinas, sensible y experto en temas de la ciudad, está al frente de una comisión al respecto.
Es el momento de mejorar entorno urbano, inversiones, revalorizar el suelo y la propiedad con regulación moderna y políticas de protección social para evitar el desplazamiento de población dispuesta a cumplir con sus deberes contractuales.