Fue un acierto de México participar con la invitación de Canadá en la cumbre del Grupo de los Siete (G7) pues permitió a la presidenta Sheinbaum acercarse al primer círculo de decisiones del mundo. El clima de las Rocallosas estaba soleado, pero no era el mejor ni para los asistentes, ni para los mexicanos.
Las reuniones del G7 se caracterizan por exponer los temas estratégicos de las principales economías. Hoy hay grandes reacomodos comerciales, arancelarios, políticos, de seguridad y migratorios.
Hubo ganadores y perdedores. La discordia recuerda el libro "continente dividido" y la imagen del autor Seymour Martin Lipset, donde, de un lado está la formal policía montada canadiense y del otro, un vaquero "americano". Canadá y México absorbieron, al igual que otros convocados, desacuerdos con la agenda estadounidense y la urgencia de resolverlos.
Eso es quizá lo primero que vieron los invitados. Notaron una América del Norte que dejó a un lado el ideal de integración. Y donde un ágil Brasil supo colocarse como el actor clave en la seguridad latinoamericana. Los desacuerdos comerciales, arancelarios y el conflicto de Ucrania fueron superados por la agenda que impuso la nueva guerra entre Israel e Irán.
La fotografía de la cumbre la obtuvo el presidente Donald Trump cuando el primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer, mostró su caballerosidad al agacharse para recoger un acuerdo recién firmado entre ambos. Canadá fue impecable en prever todos los escenarios de riesgo en las actividades con el mandatario de EUA y exhibió gran audacia al añadir a miembros clave del G20 y sumarlos al G7. Hubo una marcada deferencia por los líderes de Ucrania, Francia, Alemania, India y Brasil.
México fue llamado por su dimensión económica, por ser miembro del G20, vecino y socio del T-MEC. Fue exitoso el encuentro con el gobierno canadiense del primer ministro Mark Carney, que incluyó una mesa de promoción de inversiones. Al parecer esta administración no tiene intención de implementar las restricciones de visas a mexicanos, realizadas en el pasado reciente. Son importantes nuestros agricultores y también los ejecutivos mexicanos que lideran empresas energéticas canadienses.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva aprovechó el foro para recolocar a Brasil como un país clave en la seguridad estratégica más allá de lo regional. Lula destacó el papel brasileño en la seguridad energética mundial, ambiental y enfatizó que no permitirá prácticas depredadoras y excluyentes para su país.
El canadiense Carney anunció que la cumbre ambiental COP 30, que se celebrará en Belém, Brasil, será el evento más relevante a nivel global este año y ofreció su amplia colaboración. "No hay nadie mejor que tú para liderar este esfuerzo", indicó el Primer Ministro de Canadá reconociendo a Lula. En ese contexto, los brasileños fueron claros ganadores del G7, sin ser G7.
Kananaskis, sitio canadiense donde se desarrolló la reunión de líderes, es una reserva natural y epicentro indígena; de ahí se ha extraído petróleo y gas tradicionalmente y ahora, ha reactivado el debate de las energías tradicionales contra las energías limpias o alternativas. Con una salida anticipada de la representación de EUA, el programa oficial del G7 atendió el nuevo papel de los minerales estratégicos, la inteligencia artificial y la reforestación.
