Siglo Nuevo Opinión Salud Nuestro Mundo

Entrevista

Evelina Gil y las calladas del Boom

La autora lleva décadas leyendo y rescatando el trabajo de escritoras marginadas del canon literario en diferentes trincheras: lo mismo columnas literarias que conferencias, cursos e incluso blogs.

Foto: Instagram/ @evelina__mora

Foto: Instagram/ @evelina__mora

VICENTE ALFONSO

Novelista y ensayista oriunda de Hermosillo, Sonora, pero avecindada desde hace décadas en la Ciudad de México, Evelina Gil ha dedicado su vida a la literatura en un doble papel: es autora de novelas y relatos como El suplicio de Adán, Tinta violeta, Réquiem por una muñeca rota, Virtus, Sho-shan y la dama oscura, que le han acarreado un nutrido grupo de lectores. En paralelo, lleva décadas leyendo y rescatando el trabajo de escritoras marginadas del canon literario en diferentes trincheras: lo mismo columnas literarias que conferencias, cursos e incluso blogs. 

Han sido cientos, acaso miles las autoras perfiladas en la labor de Evelina como investigadora. Así han nacido trabajos como La nueva ciudad de las damas (UNAM, 2009) y Evaporadas (NitroPress, 2018). El más reciente de esos volúmenes es Las calladas del Boom (NitroPress, 2024), en donde arroja luz sobre un vacío que cada vez va resultando más notable y vergonzante: la construcción, durante los años sesenta y setenta del siglo pasado, de un canon literario sin figuras femeninas en lo que se refiere a la literatura en español. Porque, aún con sus hazañas técnicas, sus inolvidables historias y sus catedrales lingüísticas, hoy queda claro que el llamado Boom Latinoamericano debió tener miras más amplias e incluir a escritoras de indudable valor. Así, agradecemos a Evelina que se de tiempo para conversar con Siglo Nuevo en torno a este, su más reciente trabajo, que deja en evidencia que el canon es un proyecto en construcción permanente. 

Llevas muchos años dedicada a la recuperación de cientos de autoras en libros, columnas y blogs como La trenza de Sor Juana, Evaporadas y La nueva ciudad de las damas… ¿cuáles son las particularidades de este nuevo proyecto, Las calladas del boom? 

La principal intención es integrar a las mujeres coetáneas o contemporáneas de los autores del llamado Boom Latinoamericano a esta misma entidad que, hasta hoy, no sólo no ha reconocido la participación, sino tampoco la influencia directa de autoras muy importantes sobre estos hombres, asimismo talentosos. En un inicio se reconocía a cinco autores como los miembros señeros del Boom, pero la Academia ha hecho lo propio y hoy se reconoce como “autores del Boom” a autores que, como tales, no formaron parte de ese selecto grupo y sin embargo se beneficiaron del éxito internacional de sus congéneres. A las mujeres se les sigue manteniendo al márgen, incluso a aquellas que como Clarice Lispector, Silvina Ocampo, María Luisa Bombal o Cristina Peri Rossi, por mencionar unas cuantas, fueron muy exitosas y leídas en aquella época, aunque sin el aval de una agente literaria tan portentosa como Carmen Balcells, ni el aparato publicitario y mucho menos un alivio económico que les permitiera dedicarse exclusivamente a la literatura.

¿Cómo inició la idea de escribir este libro? ¿A partir de qué lecturas, de qué conversaciones? 

Este libro tuvo un origen solitario y silencioso, por completo carente de interacción. Yo cursaba la carrera de Letras Hispánicas y nunca encontré un interlocutor o interlocutora que compartiera esa inquietud mía respecto a la total ausencia de autoría femenina en el programa de estudios. Lo más próximo a uno fue un profesor muy querido, Darío Galavíz, que era experto en Sor Juana, y de hecho era su materia, y a través de él aprendí a comprenderla y amarla. Pero no era suficiente. Una joven que desea ser escritora requiere una genealogía, algo así como madres espirituales, influencias literarias, espejos que le devuelvan un reflejo, y yo tuve que buscarlas, y no fue sino hasta mucho tiempo después de abandonar la universidad que encontré interlocutores que compartían mi inquietud, entre los que quisiera destacar a Francesca Gargallo, que me animó a seguir adelante con lo que, en su momento, pareció una locura, una caza de quimeras. 

¿Qué temas y estrategias narrativas te aportó la lectura de las autoras que has rescatado?

Sobre las autoras que creo que más han influenciado, en primer lugar mencionaría a Elena Garro. De hecho tengo un cuento sobre ella, sobre cómo, según mi imaginación, fue su muerte. Y he intentado escribir cosas como las que escribe ella con esa mezcla de personajes que aunque son personajes muy bien trabajados, a veces se quedan abandonados y luego surge otro personaje. Ese ritmo, ese estilo que tiene Elena Garro, a mí me fascina. Otra autora que me ha marcado mucho es Luisa Valenzuela. Hasta en Requiem por una muñeca rota hay un epígrafe de un cuento de Valenzuela, que habla sobre lo feroz. En algún momento de mi vida me sentí súper identificada con ese estilo irónico, mordaz, humor negro. Yo tenía un temperamento muy parecido a ese. Una vez René Avilés Favila me comparó con Inés Arredondo, cosa que me dio mucha vergüenza, porque es una exageración. Pero sí reconozco que también Inés Arredondo ha sido muy fuerte, ha sido muy determinante en mi propia escritura. Y bueno, te podía citar otras autoras, pero creo que estas tres son las más fuertes influencias literarias. Ahora bien, existe también otro tipo de influencia de Elena Poniatowska, yo se lo dije cuando me entrevistó: llevé un estilo de vida parecido al de ella, en el sentido de que yo era reportera, yo era periodista, yo me formé en las redacciones de los periódicos. En mi juventud yo quería ser como Elena Poniatowska, yo quería mezclar la literatura y el periodismo. El periodismo a mí me sigue gustando mucho, pero ya no lo ejerzo como tal. 

Toda selección implica dejar nombres fuera. ¿Cuál fue el criterio para la selección de Las Calladas, y cómo te sientes respecto a este doble carácter, que por un lado llama a sumar, pero por otro lado, requiere ser acotado? 

Efectivamente, quedaron autoras fuera y créeme que es un dolor que no voy a superar nunca. Tuve que ser muy estricta en mi selección, porque quería que fueran autoras que de alguna manera estuvieran relacionadas con algún latinoamericano, que no solamente fueran contemporáneas, sino precursoras, como sería el caso de Dulce María Loynaz, de Silvina Ocampo, de María Luisa Bombal, de Armonía Sommers, que son autoras que incluso influyeron algunos de los autores del boom. García Márquez siempre reconoció que María Luisa Bombal era una fuerte influencia para él. Las inquietudes, las preocupaciones de estas autoras son muy parecidas a la de los autores del Boom. Estoy hablando, por ejemplo, de Albalucía Ángel, que tiene una novela extraordinaria que se llama Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón. Josefina Vicens tiene una novela, Los años falsos, en donde habla de cómo funciona la política y te lo narra a través de un joven que al morir su papá, se siente obligado a cuidar de su hermana y de su madre, y entonces se mete en política y ahí vas viendo cómo él se va corrompiendo. Es una novela magnífica, nunca la mencionan, pero está escrita en los años setentas y ahí estás viendo todo lo que sucedió en el sexenio de Luis Echeverría y de López Portillo. Y siempre puntualizo que me tomé la atribución de incluir a Aurora Venturini, quien sí es coetánea del Boom. Ella tuvo que salir huyendo a Argentina cuando derrocaron a Perón, porque ella era muy amiga de Evita. El problema era que jamás tuvo nada que ver con los miembros del Boom, jamás los conoció. Finalmente decidí incluirla, porque es una autora que merece ser leída. 

Cuando se habla de “Boom latinoamericano” siempre se evocan tres o cuatro nombres canónicos. ¿Cuáles, entre las más de 400 autoras que has perfilado en tus distintos proyectos, incluirías en los planes de estudio y por qué?

Concretamente hablando de las contemporáneas del Boom, creo que en este libro están reunidas las más representativas de la época y de las tendencias estéticas que caracterizaron a ese movimiento literario. Pero en realidad hubieron muchas más que, o bien consideré pertinente analizar en un libro posterior, o forman parte de otras corrientes. Muchas autoras de la época fueron muy escasamente publicadas, algunas, como la ya mencionada Aurora Venturini, hicieron ediciones de autor, y es hasta ahora que las editoriales importantes las están recuperando. Eso muy raras veces ocurre con un autor varón, y casi siempre son gays, como Pedro Lemebel o Reinaldo Arenas. Las escritoras, específicamente las latinoamericanas, apenas están encontrando su lugar en la historia de la literatura y deseo de todo corazón que este libro sea un incipiente mapa hacia su definitiva consolidación. 

Imagen: Instagram/ @evelina__mora
Imagen: Instagram/ @evelina__mora

El Boom también es un código de lengua, en el sentido de que sólo se incluyó a creadores en lengua española, ¿cómo podemos incluir a creadoras(es) de lenguas originarias en el canon? 

Bueno, yo opté por incluir dos autoras brasileñas a pesar de que los autores en lengua portuguesa brillaron por su ausencia en el Boom. Lo hice por dos razones: porque la literatura de Brasil es una de las más sólidas e innovadoras, no del continente, sino del mundo, y además el lema del marketing era “Boom Latinoamericano”, no incluía ninguna señalización respecto al idioma. Ahora bien: el Boom no solo era coto exclusivo de hombres, lo era de hombres blancos, heterosexuales, de cierto nivel educativo y, muy importante, narradores. Los autores y autoras en lenguas originarias siguen siendo prácticamente invisibles en este sentido, su aparición en el horizonte literario se siente bastante reciente, hasta hace muy poco se les empieza a integrar al canon, poetas en su gran mayoría, así que habría que realizar una investigación muy especializada para detectar a esos hombres y mujeres, tan latinoamericanos como quienes conformaron el Boom, que tuvieron el valor de concretar una obra en su propia lengua, tan legítima y tan próxima a nosotros como el portugués. 

¿Cuál es el siguiente paso en los proyectos de Evelina Gil frente al Boom

Estoy trabajando otro ensayo relacionado con el Boom Latinoamericano y la injerencia de las mujeres tanto en su realización como en su relojería, por llamarlo de algún modo. Aquí aparecerán más autoras que no logré integrar en Las calladas del boom, pero en general aparecen muchas mujeres importantes, no necesariamente colegas, también esposas, hijas, hermanas, secretarias, amigas, académicas, etcétera. 

¿Consideras que podrían hacerse ejercicios similares con otros movimientos/corrientes literarias en las que se ordena la historia de la literatura en México y Latinoamérica? 

¡Por supuesto! Tengo una amiga que se está ocupando de La Onda, pero no puedo decir más al respecto. Incluso propondría también buscar a las autoras invisibles del Crack. Aunque hay algunas contemporáneas del mismo que gozan del mismo prestigio de sus miembros originarios, como Cristina Rivera Garza y Guadalupe Nettel, las hay que permanecen en las sombras. Hay que visibilizar a todas las mujeres que contribuyeron a impulsar todos esos movimientos, y lo hicieron sin tener los reflectores encima, de manera sumamente discreta, incluso insular. 

En La nueva ciudad de las damas expresas tu inconformidad frente a la idea de que Gertrude Stein sea vista como una “cazatalentos”. A quince años de la publicación de este libro, ¿qué cambios percibes en el papel que juegan las autoras que has abordado en tus ensayos? 

Gertrude Stein, a quien juguetonamente denomino “la abuela blanca del rap”, sigue siendo un privilegio para lectores muy exquisitos, ya sea los que dominan la lengua inglesa —para leer a Stein tienes que ser hablante nativo, estadounidense de preferencia, o no comprenderás en su totalidad sus impresionantes malabares de palabras— o, como es mi caso, ser de las raras afortunadas que consiguieron algunas muy antiguas y muy buenas traducciones al español. Las que poseo se remontan a los años cincuenta. Lo más reciente que se ha publicado de ella es una obra de teatro, pero urge que se le publique en español. Las autoras analizadas en Evaporadas son cada vez más conocidas, las están reeditando y traduciendo, al menos en la mayoría de los casos porque en México nunca llegaron las traducciones más recientes de Albertine Sarrazine; de Djuna Barnes se hicieron un par de traducciones en tirajes chiquitos y volvió a desaparecer y de Kathy Acker solo se reeditó Aborto en la escuela en Anagrama, me quedé esperando el resto de su obra. Es un hecho que la autoría femenina está viviendo su mejor momento desde los años noventa. Es el momento oportuno para más rescates. Ojalá las editoriales grandes lo sepan capitalizar y encauzar, y estoy segura de que no se arrepentirán.

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en: Vicente Alfonso Evelina Gil Evelina Mora Las calladas del boom Boom Latinoamericano autoras del boom Elena Garro Cristina Peri Rossi Aurora Venturini Luisa Valenzuela Inés Arredondo María Luisa Bombal

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Foto: Instagram/ @evelina__mora

Clasificados

ID: 2380949

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx