La vida es un riesgo y, si vivimos con miedo, limitaremos nuestra experiencia terrenal a la monotonía (donde el caos también ocurre).
Revisaba la biografía de Rosa Gámez Reyes Retana —a propósito de su próximo homenaje en la Feria Internacional del Libro, en Torreón— escrita por Angélica López Gándara a quien aprecio y admiro. En la página siete del libro “Trazos de fe”, que forma parte de la Colección Trayectorias, publicado durante la administración de Eduardo Olmos (2010 - 2013), se lee esta frase: “Hay que actuar como si todo dependiera de uno y confiar en que todo depende de Dios”. Me atrevería a asegurar que, a la fecha, ya hemos confirmado que no todo está en nuestro control y que tocar los polos inhibe el crecimiento, ¿A cuáles polos me refiero? A tirarme al mar y dejar que me lleve a donde él quiera convirtiéndome en un ente flotante o resistirme rotundamente a la dirección de las olas. Para aprender a torear, a remar, hay que conocer a la vaquilla e interpretar la marea… soltar un poquito y estirar cuando sea el momento.
Elegir es una palabra de intercambio, renuncias con la expectativa de que lo que tomas será mejor… pero no se sabe, es, como Angélica López Gándara tituló la biografía de Rosita Gámez, un trazo de fe; por eso, se procura que la ilusión de lo que podríamos ganar sea mayor de lo que podemos perder, ¿puedo con el riesgo?, ¿vale la pena para mí?
Cuando no queremos soltar, no podemos tomar. He aprendido que, contrario a lo que se dice, al tomar una decisión el enfoque no debería estar en el objeto deseado, si no en el objeto perdido. ¿Quiero vivir en el extranjero? ¿Quiero dejar mi país? ¿Me ilusiona ese nuevo trabajo? ¿Ya terminó mi ciclo aquí? ¿Me gustaría vivir con esa persona? ¿Ya no quiero vivir sola?
Al final, la duda estará en lo que dejas, en la renuncia. Si te quedas en el mismo país, en la misma casa y en el mismo trabajo, por miedo a que lo que encuentres sea incómodo, estarás aceptando la holgura donde nada se expande; sin embargo, el caos al que tanto le temías, tarde o temprano, desde “tu lugar seguro” también ocurrirá, porque hay que actuar como si todo dependiera de uno mismo y confiar en que todo depende de Dios.