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YAMIL DARWICH

Al nuevo distractor le llaman "Narcocorridos"; se trata de desviar nuestra atención en relación con la causa primaria de nuestra realidad: la corrupción, con la imposición de lo antimoral y hasta amoral en nuestra vida pública. También, con el aprovechamiento de los recursos del país para beneficio de unos cuantos, generando el repudio del resto de los mexicanos.

Nos ofrecen una "aspirina del engaño" para ocultar nuestro cáncer social. Dialoguemos:

El manejo de las imágenes públicas - el caso- para crear simpatizantes que inclinen la balanza a los intereses de algunos, -políticos, religiosos o comerciales- se ha logrado a través de la creación de "émulos", que generan tendencias y promuevan modas a través de los siglos. Los humanos o no lo hemos notado… o no nos interesa hacerlo.

La RAE, define la palabra "apología"; significa: "hablar en defensa" y en el contexto de delito o de los presuntos criminales, se define como una alabanza hacia alguien o algo, por escrito, visualmente o de palabra". Es engañar desinformando.

Con esa apología, tratan de crear émulos, imitadores de algún personaje cuyo perfil humano ha sido construido artificialmente; la RAE, los define: "competidor o imitador de alguien o de algo, procurando excederlo o aventajarlo". Ídolos con pies de barro, utilizados para la enajenación y el engaño.

El tema lo han puesto de moda con los cancioneros, que lanzan a la popularidad sus narcocorridos, promoviendo la "grandeza" y acciones de superfluos y malandros. Deseducar divirtiendo.

A esos útiles desechables, sus fanáticos, atontados, les ayudan a ganar fortunas consumiendo sus productos inútiles pero aturdidores: los tienen distraídos y desinformados. Así, tales mexicanos, son convertidos en émulos del farsante artificial.

Ese personaje superfluo o moda que proponen para entretener, nos los lanzan como anzuelo, -caso del cancionero de narcocorridos- con historias contadas en malos versos de criminales, cuyos principales atributos son la superficialidad y el rompimiento con valores humanos.

Pregunta: ¿qué mejor ejemplo podríamos encontrar del antisocial?

Respuesta simple: el "narco", que muestra atuendos de poca intelectualidad y hace crítica social exhibiendo riquezas en vestuarios con joyas de oro y diamantes. Tatuada la piel, invitan a imitarles.

Sabemos que los jóvenes están molestos con la sociedad por las pocas oportunidades que les ofrecemos para satisfacer sus deseos materiales: trabajo adecuadamente remunerado, coche para desplazarse, casa para construir una familia con futuro. Aprovechan la oportunidad.

Les responden predicando que no trabajar es más productivo que ser digno y tener un empleo justo.

¿Empezamos a comprender el complot en el que estamos incluidos?

Ese personaje "narco", es el ideal para promover la vida superficial; poseedor del dinero ganado a costas de vidas humanas, que le permite lujos "envidiables", incluidos los excesos: desde alcoholes y drogadicción, hasta el desenfado en el goce sexual. Recuerda aquella tonada de: "dinero, vino y mujeres"; nunca reflexionamos la enseñanza que dejaba de fondo.

Los narcocorridos no son más que la apología de enaltecer un acto delictivo para señalarlo como "símbolo de éxito social"; me viene a la mente aquel chistorete del padre que le pregunta a su hijo menor qué quiere ser cuando sea grande: - ¿Narco!, respondió el chamaco, porque siendo émulo puede aspirar a todo lo que desee. También festejamos el ingenio de quien lo ideó y tampoco dimensionamos el daño del subconsciente que le hacen a los menores.

¿Cómo no desear aquello que los corruptos disfrutan?; ante esa pregunta, solo tenemos la fuerte, poco popular pero realista respuesta: esforzándonos, trabajando.

¿Le parece una propuesta difícil? Lo es, pero solo esa está apegada a valores humanos que han permitido que la sociedad funcione. Para los corruptos no es conveniente.

La superficialidad ya ha sido denunciada desde hace décadas; Zygmunt Bauman, lo hizo escribiendo su "Sociedad Líquida". Para muchos nos pasó desapercibido, porque ya nos tenían aturdidos.

Pensemos ¿quién gana con la superficialidad del ser?

Confirmemos que solo unos pocos; esos que con su doble moral denuncian la inseguridad y violencia social, para luego recibir millonadas de dinero sucio, ofreciendo imágenes que produzcan émulos y/o distraigan.

Son aquellos que pueden combatir efectivamente la maldad, incluido el narcotráfico de drogas y/o personas, pero bloquean denuncias, propuestas o leyes que intenten cambiar el desorden.

Preguntémonos de nuevo: ¿quiénes ganan y quienes pierden?

Le propongo imaginemos una utopía: ¿Qué pasaría si se aplicaran, -de verdad- todos los recursos existentes para acabar, no solo con el narcotráfico, sino con el desorden que vivimos? ¿Quiénes perderían?

Lo doloroso: no reaccionamos para defendernos de tales depredadores y la mejor justificación que nos damos es: "¿cómo?... solamente soy un simple ciudadano". ¡Ya estamos aturdidos!

Ya pasaron los días de asueto y es tiempo de que retomemos la conciencia y responsabilidad del destino de nuestras vidas; del futuro y el país que le vamos a dejar a los menores. ¿Usted qué propone?

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