¿Cuál es el nudo que impide el tejido de una oposición sólida, para recuperar la senda democrática? Regresemos a la tésis: el autoritarismo, siempre está vivo. Y el ánimo democrático, siempre está en construcción. Pero la incipiente cultura política de los mexicanos cruza por días muy tristes. El megáfono y una narrativa provocadora, funcionaron.
En las tres décadas previas, las encuestas del IFE/INE/Jurídicas de la UNAM, -también la serie de BANAMEX- mostraban un avance, lento, pero sistemático, de los valores democráticos esenciales: respeto interpersonal y a la legalidad, por introyección de la normas. Esos cambios, sumados a elecciones limpias y convincentes que retrataban una pluralidad creciente, impulsaron un florecimiento democrático. Las libertades aumentaron con mayores exigencias, la transparencia y la condena a la corrupción, por ejemplo. Ahí estuvo ese ánimo democrático, siempre en construcción.
Hoy reina justo lo contrario. En el último tercio del 2024, aparecieron varias encuestas -la mayoría internacionales- que ponen los pelos de punta. Un dato, el 52% de los mexicanos aprobarían un autogolpe del presidente (LAPOP).
Al llegar a Chile -en octubre de 1988- para observar el plebiscito, me percaté de los valiosos esfuerzos entre los opositores por amarrarse el hígado ideológico y anteponer el regreso a la democracia. Ese tejido llevó meses. La Concertación por el NO -con 17 partidos- nació en enero. Doblegar las pulsiones llevó tiempo. En una célebre entrevista televisiva en vivo, "De cara al país", -25 de abril de 1988-, representantes del PPD (Partido por la Democracia, fundado en diciembre de 1987) explicaron su función: ser un partido "instrumental". Ricardo Lagos era líder del PPD. Otro de los invitados al programa, fue Armando Jaramillo, un conocido líder conservador. Los periodistas trataron de acorralarlos, sobre todo a Lagos, inquiriendo sobre su pasado socialista con Allende, sobre la presencia de comunistas y mayoría de socialistas en el PPD. ¿Era PPD acaso una mascarada? Lagos, muy firme, retomó con orgullo su pasado y explicó que el PPD no era una coalición, sino una organización de chilenas y chilenos para salir de la dictadura. Las diferencias ideológicas se ventilarían en democracia. Fue una redefinición de fondo del hombre de izquierda: primero la democracia.
Participar en el plebiscito era obligado, a sabiendas de las trampas puestas por la dictadura. Con la abstención, Pinochet habría decidido por ellos. "No veo al general derrotado tomar el avión". A ganar, con todos los obstáculos. Sobre el predominio de socialistas en la dirigencia del PPD, Lagos responde con aplomo: en la Corte Suprema había mayoría conservadora -Pinochet no pudo acabar con un Judicial independiente, aquí ya fueron más lejos- y sin embargo respetaban sus decisiones.
A Armando Jaramillo lo cuestionaron sobre la traición a sus principios. Su respuesta fue impecable: Churchill, negociando con Stalin, Chiang Kai-shek, De Gaulle, Roosevelt, todo para frenar al nazismo. O Reagan negociando con Gorbachov, para evitar una conflagración: "…a los dictadores hay que indicarles, sugerirles con buenas palabras, que el período se les agota …que entiendan que Batista, si se hubiera ido oportunamente, no tendría a Castro…", la misma receta para El Sha, que llevó al Ayatolá al poder, o para "Tacho" Somoza y el sandinismo. "Algo por el estilo estamos haciendo nosotros", lanzó tranquilo.
En el minuto 50, Lagos, mirando a la cámara, se dirige a Pinochet: "no ha sido claro…en el plebiscito del 1980 afirmó que usted no sería candidato… y ahora le promete al país otros ocho años con tortura, con asesinato, con violación a los DDHH…" El índice de su mano derecha señala al dictador: "…usted va a tener que responder". La conductora trata de detenerlo, "me va a excusar -y siguió- hablo por 15 años de silencio".
Allí está el nudo. Para poder tejer, se necesitan dirigentes con altura de miras. ¿Podrán las de aquí crecer?