
El lado oculto del poder
Llamó la atención cuando, en 2019, China se convirtió en el primer país en explorar el lado oculto de la luna, muy diferente a la cara que observamos en sus diferentes fases en la tierra: encontraron hielo, frío y soledad.
¿Qué es el poder? ¿Cómo se ejerce? ¿Cuáles son sus distintas caras? Hoy, con el arribo de una mujer a la presidencia de la república, surge otro cuestionamiento: ¿cómo se ejerce el poder desde lo femenino?
En los círculos feministas se habla sobre dos posturas: el patriarcado y el matriarcado. Se analiza a una civilización a través de estas dos manifestaciones de organización social. Sin embargo, en ambas hay un poder oculto.
Pero vamos al tema, que de alguna forma me apasiona por herencia y por el cariño que le guardo al mejor maestro que ha tenido la Facultad de Economía de la UAdeC de Torreón, el profesor José Ángel Muñoz Briones: el poder político.
A diferencia de los liberales y los marxistas clásicos, el sociólogo greco-francés Nicos Poulantzas planteó un concepto más complejo acerca del dominio de unos individuos sobre otros: no es algo que se posea o se dicte como un puesto o cargo, que sea tangible. Poulantzas señala que el poder está incrustado en las estructuras sociales. Además, su relación es dinámica, se transforma y tiene lados ocultos. Por lo tanto, lo explica como una condensación de las relaciones de clases —desde luego, en un escenario donde existe una clase dominante—.
Y hace otra especificación: aunque el poder político no se puede reducir sólo al Estado (como ente, no como gobierno), sí es este quien condensa dichas relaciones de clases. En él se ven reflejadas sus tensiones, alianzas y luchas. “El Estado no es un sujeto que detenta el poder. El poder se ejerce a través del Estado como una relación estructurada entre clases”, reza una de las frases más emblemáticas del sociólogo.
Entonces, ¿qué pasó en México? Primero con el arribo a la presidencia, en 2018, de Andrés Manuel López Obrador —supuesto representante y defensor de los más pobres, de la austeridad republicana y enemigo de la corrupción, según argumentaba en sus discursos—, y después con el triunfo, en 2024, de Claudia Sheinbaum, la primera mujer presidenta en un México culturalmente machista y lleno de claroscuros sociales. ¿Se dieron dos transformaciones en menos de una década? La respuesta la pongo a discusión. Considero que estamos hablando de dos luchas simultáneas, una ligada al hartazgo de los resultados del sistema neoliberal y otra al feminismo.
Actualmente se busca la equidad entre hombres y mujeres. Así, cada vez más hombres toman ciertos roles en casa, como cocinar, lavar platos o abrazar a sus hijos; mientras tanto, cada vez más mujeres tienen oportunidad de trabajar, ejercer posiciones de mando o realizar actividades tradicionalmente masculinas. Pero ese progresismo que hoy vive el país viene acompañado de un odio al empoderamiento femenino.
Dejemos a un lado el “obradorismo” y centrémonos en el fenómeno “claudista”, por ser la primera mujer que está ejerciendo el poder desde el Ejecutivo, tras la salida de uno de los presidentes más queridos y polémicos de México. Lejos de hablar de ella como una mujer tradicional mexicana, se señalan sus particularidades: tener un doctorado, ser de pocas palabras, de ascendencia judía, observarse fría en sus declaraciones, a pesar de lo cual conecta con una lucha social iniciada en 1968. Por otra parte, la han criticado por verse diferente, cuando todos los seres humanos hoy en día ideamos formas para cuidar nuestra imagen.
Pero son pocos los que se ponen a analizar que hoy vivimos el ejercicio del poder desde lo femenino. ¿Cómo es posible en un país culturalmente machista, donde somos las mismas mujeres quienes criticamos la forma en la que otras lideran? Tal vez es momento de que empecemos a romper etiquetas y analicemos que el poder femenino, aun en un ambiente totalmente represivo para su ejercicio, se hace de formas diferentes, con fases distintas —como la luna— y que además tiene un lado oculto que nadie ve, en donde hay frío, hielo, sacrificios, soledad, oscuridad. Un lado totalmente desconocido y difícil de explorar.