
“El fuego de AHMSA bendijo a Monclova, pero al apagarse trajo dolor y dificultades”: Iglesia
“El fuego de Altos Hornos de México (AHMSA) bendijo a Monclova, pero al apagarse trajo dolor y dificultades”, afirmó Monseñor Néstor Martínez Sánchez, vicario general de la Diócesis de Saltillo y párroco del templo de Santiago Apóstol en Monclova.
Durante su homilía dominical, Martínez Sánchez explicó que en las Sagradas Escrituras el fuego representa un momento decisivo, un juicio donde lo que estaba mal termina y lo bueno permanece.
Añadió que Jesús hablaba del fuego no como destrucción, sino como el fuego del amor de Dios, capaz de transformar, purificar y dar vida a los creyentes.
“Ese fuego del amor de Dios es lo que necesitamos hoy en nuestras vidas, que nos consuma, que elimine todo lo malo que arrastramos dentro”, expresó.
El vicario general recordó un pasaje del Evangelio, donde los discípulos pedían hacer caer fuego sobre un pueblo, y Jesús corrigió, señalando que era fuego de amor.
Con esta reflexión, Monseñor Martínez trazó una comparación con la historia de Monclova y su estrecha relación con la industria acerera Altos Hornos de México (AHMSA).
Señaló que cuando los hornos de la siderúrgica estaban encendidos, la ciudad vivía épocas de prosperidad, empleo y desarrollo, pero al apagarse comenzaron tiempos de incertidumbre y crisis social.
“Con el fuego de AHMSA se lograban muchas cosas buenas. Pero al apagarse, llegaron también la tristeza, la pérdida de empleos y dificultades familiares para toda la comunidad”, afirmó.
El párroco del templo de Santiago Apóstol indicó que los monclovenses conocen de primera mano lo que significa convivir con el fuego real y sus consecuencias sociales.
Pidió a los feligreses abrirse al fuego divino y permitir que ese fuego espiritual purifique vicios, malas prácticas y desesperanza, como los hornos transformaban el acero en nuevas creaciones.
Subrayó que el fuego tiene distintos matices: puede quemar lo malo, pero también puede calentar y dar fortaleza en medio de los tiempos complicados.
“Monclova necesita hoy esos dos aspectos: que se queme lo negativo y que se encienda lo bueno, porque el fuego de Dios siempre da esperanza”, concluyó.