El espejo humeante
Si hubiera una oportunidad desde la fantasía, ¿a quién preferiría ver?, ¿a Quetzalcóatl o a Tezcatlipoca? En la mitología mexica, estas dos deidades re presentan lo opuesto. La “serpiente emplumada” es la luz, mientras que el “espejo humeante” es la oscuridad. Es fácil saber que la mayoría preferimos la creación y la fecundidad, pues enfrentarse a la destrucción y a la sequía para nada es atractivo. Dicen que Tezcatlipoca llevaba en su pecho una piedra de obsidiana en la que los seres humanos podían ver su miseria. Darse cuenta de la miseria propia y lo horribles que podemos ser es algo que enloquece a muchos; por eso es más agradable pensar en la luz que escudriñar entre la oscuridad.
Los santos de la Iglesia católica también aseguran haber experimentado una “noche oscura”, un momento de sequedad antes de la transformación hacia la santidad. La madre Teresa de Calcuta incluso afirmó que ella había estado toda su vida en esa terrible no che de la sequedad del alma. ¿Qué político, qué artista, qué empresario, qué persona se atrevería a asomarse a ese espejo humeante?
Hoy, en todos los terrenos sufrimos sequía, caos, descomposición, terquedad, soberbia, ambición, des enfreno, pero no estamos dispuestos a verlo. Enfrentar al espejo humeante que nos dice “eres parte de esto” —de la falta de agua, de las adicciones, del des amor, la indiferencia— no es fácil. Por eso preferimos voltear a ver sólo la luz y la creación, cuando pocos son los que están creando e iluminando; pocos tienen agua y son fecundos.
En lo cotidiano, preferimos crearnos una historia en Instagram donde nos veamos maravillosos ante el filtro. Elegimos comer en un buen restaurante o tra bajar de forma monótona para no pensar cuando hay algo que nos habla para mirarnos verdaderamente en lo secreto: ¿eres tan bondadoso?, ¿eres tan espectacular?, ¿dónde están tus oscuridades?, ¿dónde ocultas la perversidad con la que te puedes conducir en el día a día?... Es difícil, ¿no? Por eso es más fácil planear un viaje o una cena o pasar horas frente al celular. La sequía en México, en especial en los estados del norte, donde los últimos reportes de Conagua señalan que más del 70 por ciento del territorio de Coahuila sufre por agua y en Durango la cifra alcanza hasta el 80 por ciento, muestra un panorama desolador. Nos enfrentamos a la sed, al sol del mediodía que quema, a la escasez en cualquier modalidad y a la crisis que viene, pues el país ha basado su economía en un modelo exportador que está amenazado por el presidente Donald Trump, quien ya no quiere jugar el esquema que Estados Unidos creó.
La filósofa mexicana Sayak Valencia, autora del libro Capitalismo Gore (2010), señala que vivimos en una sociedad viril, de transgresión. Y plantea que la forma actual del capitalismo se alimenta de la violencia, haciendo que todo el mundo consuma sin medida. Sin ahondar en el tema, el escenario planteado es de total oscuridad, una noche donde nos disociamos en un pequeño mundo que cabe sólo en el celular.
Sin bosquejar escenarios trágicos, sino realistas, hay mayor valor en salir de una “noche oscura” o después de encontrarnos con Tezcatlipoca, porque el caos, en los tiempos de mayor sequía, de escasez y de crisis, genera cambio. Buscar nuevas formas de subsistir, de crear, nos lleva a buscar no la virilidad, sino la fecundidad, a encontrar la bondad.
No es fácil aceptar que somos perversos, que vi vimos en la escasez, que podemos ser indiferentes y herir. Pero tampoco es sano vivir una falsa historia en Instagram, en TikTok o pasar horas hablando con una inteligencia artificial. Pero la decisión es nuestra: ¿nos atreveremos a explorar la oscuridad?
