Las semifinales de la NBA ya están a punto de quedar atrás, y sin saber qué haya ocurrido ayer miércoles en el Paycom Center de Oklahoma, todo hace suponer que estaremos viendo una Finales inéditas, porque hasta se pudiera decir que, paliza previa, no le sentó nada bien al joven equipo del Trueno de la ciudad de Oklahoma.
Porque tener al MVP de la liga, Shai Gilgeous-Alexander, les da una garantía de poder soñar hasta lo alto, ya que en el cuarto partido anotó 40 puntos, 10 rebotes y nueve asistencias en una actuación férrea, digna del “Jugador Más Valioso” de la NBA, y el equipo al que dirige Mark Daigneault se recuperó de una derrota por 42 puntos al vencer a Minnesota por 128-126 el pasado lunes por la noche, para tomar una ventaja de 3-1 en las finales de la Conferencia del Oeste.
El Trueno, a pesar de su dominio, ha mostrado cierta vulnerabilidad fuera de su duela, donde tiene un récord de 7-1 con un diferencial de anotación de más 191 en esta postemporada, no obstante, Luguentz Dort ayudó a contener a Edwards y Julius Randle (cinco puntos con 1 de 7 en tiros de campo), y la escuadra de Oklahoma forzó 23 pérdidas de balón para compensar esos 64 puntos desde la banca.
Por el otro lado, los sorprendentes Pacers ya tienen a los Knicks contra el paredón, ya que el pasado martes se pusieron 3-1 en las semifinales del Este, donde John Haliburton estuvo en casa, pero a salvo, recluido en una suite del Gainbridge Fieldhouse, en lugar de su asiento habitual, y es ahí donde el “Padre Malo” más conocido de la NBA se metió en problemas al abuchear a Giannis Antetokounmpo de Milwaukee, tras el partido decisivo de primera ronda de los Pacers el mes pasado.
Los Pacers habían prohibido la entrada al padre de su base AllStar tras sus indeseables travesuras esa noche, (ambos Haliburton se disculparon después) para mantenerlo fuera de las semifinales en casa contra Cleveland y del tercer partido de las Finales de la Conferencia Este del domingo contra Nueva York, pero para gran satisfacción de defensores como Charles Barkley, Shaquille O’Neal y el entrenador de los Pacers, Rick Carlisle, “Un padre debería poder ver a su hijo jugar al baloncesto”.
Habría sido una verdadera lástima que se hubiera perdido este partido, ya que su hijo no sólo condujo a Indiana a su victoria por 130-121 en el cuarto partido, lo que les dio una ventaja de 3-1 en la serie al mejor de siete, sino que tuvo un partido memorable, convirtiéndose en el tercer jugador en la historia de los playoffs de la NBA en anotar al menos 30 puntos, 10 rebotes y 15 asistencias.
Anteriormente, a lo largo de los 78 años de la liga, sólo el miembro del Salón de la Fama, Oscar Robertson (dos veces) y el pivote de Denver, Nikola Jokic, habían logrado tales números, y si a eso se le añade las cero pérdidas de balón y los cuatro robos de Haliburton, que de alguna manera no se contabilizaban como estadísticas oficiales en la época de los grandes, y el hecho de que Jokic tuvo seis de los primeros y ninguno de los segundos en su gran noche de hace dos años, en la derrota ante Phoenix, la actuación fue realmente de primera.
Cuando su equipo más lo necesitaba, la diferencia entre ir ganando 3-1 al final de la noche o empatar 2-2 es transformadora en las series de la NBA, ya que al comienzo de esta postemporada, sólo 13 de los 288 equipos que enfrentaron desventajas de 3-1 sobrevivieron, lo que representa el 4.5 por ciento, que es un porcentaje que nadie había logrado desde 2020.
Una serie empatada 2-2 es casi un reinicio completo, esto es, al mejor de tres, con la ventaja de local intacta o restaurada y ganar el quinto partido, lo es todo, con el 81.3 por ciento de los equipos que lo consiguen ganando la serie (191-44) y que eso, es lo que los Knicks tenían en mente cuando saltaron a la cancha el martes.