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El escéptico

J. SALVADOR GARCÍA CUÉLLAR

Un escéptico, en general y en una conversación cotidiana sin intervención de tecnicismos, es simplemente alguien quien no cree, y la falta de creencia es sobre lo que se habla. La voz viene del griego antiguo: Pirrón, un pensador de la Grecia clásica tenía discípulos a quienes enseñaba que debían cuestionar todas las afirmaciones, ellos así lo hacían y la gente los llamaba "skeptikoi", que significa "quienes investigan" o "quienes examinan", de ahí la curiosidad de que el nombre provenga del plural, que se aplicaba a los discípulos de Pirrón y no a él mismo.

Los escépticos con el tiempo vinieron a ser los que no creían, más que quienes examinaban o investigaban, pues cuando lo hacían, era porque dudaban de las aseveraciones ajenas.

De Pirrón la humanidad recuerda varios apotegmas, como "la diversidad de opinión existe entre los sabios al igual que entre los necios, cualquier opinión que yo tenga puede ser refutada por un instruido o por un tonto y con argumentos tan válidos como los míos". Con este pensamiento podemos ver que no atribuía valor de verdad a ninguna propuesta, o lo que es lo mismo, dudaba de todo.

Poco después, entre las personas que se dedicaban a filosofar, es decir, a explicar la naturaleza y el conocimiento humano entre otras cosas, atribuyeron el adjetivo escéptico a todo aquel que dudaba sistemáticamente, fue entonces cuando esta palabra se convirtió en sustantivo. Ahora entendemos que escépticos eran los seguidores de Pirrón, aunque no hayan sido sus discípulos directos, y por extensión, les decimos escépticos a quienes dudan de algo, no necesariamente de todas las propuestas filosóficas que reciben para ser consideradas por ellos.

Por favor no confunda a un escéptico con un agnóstico, el primero duda de todo, o por lo menos de lo que se está tratando en un determinado diálogo, el segundo duda de la capacidad humana para afirmar la existencia de Dios, por tanto no la niega ni la afirma. El agnóstico se distingue del ateo, que niega la existencia de uno o más dioses, y del creyente, quien afirma la existencia de un Dios o dioses.

Aun así, hay creyentes que, al igual que el agnóstico, afirma la incapacidad de entender a Dios por la limitación de la mente humana: lo finito no alcanza a lo infinito, y por la fe afirma lo inalcanzable sin llegar a explicarlo en toda su extensión, pero lo acepta basado en una creencia razonable.

A través de la historia ha habido escépticos famosos además de Pirrón de Elis, como Sexto Empírico, quien recibió su sobrenombre por sus concepciones filosóficas, pero especialmente, por su práctica médica. Sus escritos, muy influidos por la doctrina de Pirrón, están dirigidos en contra de la defensa dogmática de la pretensión de conocer la verdad absoluta, tanto en la moral como en las ciencias. También tenemos a Michel de Montaigne, humanista del renacimiento y primer ensayista de la historia, cuyo escepticismo, en vez de ser un sistema filosófico, es más bien una postura vital y una herramienta intelectual profundamente personal y práctica, y además está David Hume, quien puso en duda la posibilidad de un conocimiento seguro, influenciado por el escepticismo.

Al parecer no pueden existir científicos escépticos porque parecería una contradicción en los términos, pero sí existen los que dudan de las afirmaciones religiosas, como el caso de Richard Dawkins, zoólogo y divulgador científico, conocido por su postura crítica hacia el creacionismo y su defensa de la evolución. En este caso, su escepticismo no era sobre el conocimiento humano, sino sobre las enseñanzas de los religiosos que defendían a mansalva la creencia, como un hecho, de que Dios creó dese el principio el universo y los seres vivos tal como los conocemos ahora.

Entonces, el escéptico es el que no cree, pero no es descreído o incrédulo. Este señor, no cree en lo que le dicen sin dar razón de su incredulidad. El escéptico es alguien que piensa y analiza lo que le dicen. De la misma manera, el agnóstico distingue entre afirmaciones religiosas y de otro tipo, en cambio el incrédulo o descreído puede no creer en ciertas ideas o dogmas, pero puede aceptar otros como verdaderos. El descreído o incrédulo es una caricatura del escéptico o del agnóstico.

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Escrito en: Palabralia Columnas Editorial

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