El agradecimiento no admite sombras. No tiene dobleces ni contrapuntos oscuros. Es una luz pura, una emanación que no nace de la biología humana, sino de su aspiración a lo elevado. Quien omite el agradecimiento, se desliza sutilmente hacia lo inhumano, no por la inadvertencia, sino por lo que revela de sí mismo.
La palabra procede de la preposición latina Ad (hacia), y del adjetivo también latino Gratus, que significa agradable, lo que resulta "hacia lo agradable", "a lo que despierta bienestar", entonces estar agradecido es sentirse bien consigo mismo luego de haber expresado que la ayuda recibida de otra persona fue valorada y sentida como algo relevante para el receptor. Si el sentimiento permanece en el interior del sujeto agradecido, entonces se trata de gratitud, pero si se expresa, sobre todo a quien nos ha otorgado el beneficio, se convierte en agradecimiento.
Noble gesto es el agradecimiento, y lo contrario es detestable, como dice Don quijote: "Entre los pecados mayores que los hombres cometen, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento." De esta cita podemos inferir que al más famoso caballero andante le parecía que el agradecimiento es la virtud más elevada, también dice Séneca que "Nada es más honorable que un corazón agradecido." Literatura y filosofía coinciden en que agradecer dignifica.
Cada día, presenciamos pequeñas pedagogías del agradecimiento: madres que enseñan a sus hijos a dar las gracias, incluso cuando no hay un beneficio evidente. Agradecemos porque reconocemos al otro, agradecemos porque deseamos ser mejores.
Una gracia es el otorgamiento de un beneficio a título gratuito, y la gratitud es el reconocimiento por ese bien. Si externamos el sentimiento, extendemos una cadena de nobleza, pues el agradecimiento será apreciado por nuestro benefactor.
Hay muchas formas de agradecer, por ejemplo, cuando Don Quijote recibió hospitalidad en una venta, él respondió con alabanzas a quien lo atendió. Es un sencillo halago verbal que en otros contextos habría parecido hueco, pero en este particular caso se entiende como noble gesto de parte de don Quijote: "Nunca tal caballero recibió tales servicios de doncella tan hermosa como yo de esta ventera." Como vemos, el agradecimiento de ningún modo es proporcional al beneficio recibido, sino una expresión sincera de sentimientos honestos. No es un trueque, no busca equivalencias, es gesto puro, sin cálculos. Hay favores que solo se pueden agradecer, y en ocasiones el pago puede significar soberbia o desagradecimiento, que es el más abominable de los vicios, según don Quijote.
No se puede concebir un agradecimiento pasajero, su duración es proporcionalmente mayor al beneficio recibido, así lo dice Pierre Charron: "Quien recibe un beneficio nunca debe olvidarlo; quien lo otorga, nunca debe recordarlo." El agradecido vive con la memoria encendida; el generoso, con el corazón libre.
Octavio Paz dice que la envidia es lo mismo que la admiración, pero en sentido contrario, y Chesterton afirma que la gratitud es la felicidad duplicada por la admiración. Si juntamos estos dos pensamientos, nos percatamos de que quien agradece ha desterrado la envidia, y por consiguiente se acerca a la felicidad, que a su vez se duplica por la gratitud.
Cuando hablamos de emociones y sentimientos no siempre llegamos a la cursilería, sobre todo si los sentimientos involucrados en nuestro discurso son nobles. La gratitud se da cuando el recuerdo se guarda en el corazón y no en la mente, o dicho con un sentido más científico y según una teoría muy aceptada, la gratitud está regida por el hemisferio derecho del cerebro, y a su vez el agradecimiento es producto de una actividad del hemisferio izquierdo principalmente.
Quedarnos con la gratitud sin llegar al agradecimiento resulta estéril. Si mantenemos en nuestro fuero interno la apreciación por un favor recibido y no la manifestamos, el secreto de ninguna manera se revelará por sí mismo. Expresar la gratitud es sostenerla viva, es protegerla del olvido. Es agradecido solamente quien expresa su reconocimiento, el quedarse callado puede interpretarse como desagradecimiento, y es difícil que alguien pretenda aparecer como ingrato cuando en realidad, y en el fondo de su corazón, está agradecido por un beneficio recibido.
Entonces, estimado lector, gracias por estar aquí. Su tiempo es un regalo, y mi agradecimiento hacia usted se extiende más allá de estas líneas.