Estoy leyendo un libro de Barry Lopez llamado "Horizonte", autor considerado según el Sunday Times como el mejor escritor de naturaleza del mundo. Es la primera vez que leo algo de él y la verdad estoy fascinado con lo que hasta ahora he podido leer. Y lo pongo de esta manera porque tengo la pésima costumbre de dejarme llevar por otros títulos que a veces logran interrumpir mi lectura inicial. En esta ocasión me encontré con un libro que incluye sólo una parte de un libro del joven Nietzsche, me atrapó y no pude dejar de leerlo.
¿Pero que tiene que ver Barry Lopez con el tema de este artículo? Pues la verdad muy poco, aunque por momentos pierde la luminosidad para tornarse oscuro y pesimista. Y Quién no, ¿Verdad? Al final de su brillante introducción justamente dice:"El deseo de conocernos mejor a nosotros mismos, de entender especialmente el origen y la naturaleza de nuestros miedos, se cierne sobre nosotros como un espectro en un mundo semi iluminado, un extraño amanecer que desvela una escena de carnicería: aire irrespirable, diásporas humanas, la Sexta Extinción, masas políticas ingobernables".
Y continúa mencionando las salidas o escapes que generalmente seguimos ante lo que parece ya una distopía: "casi todo el mundo puede imaginarse hoy a los jinetes bíblicos del Apocalipsis en el horizonte, escoger uno y caracterizarlo. Cualquiera, ante ese horizonte aterrador, podría decidir mirar a otro lado, sumergirse en la belleza o apartarse del mundo en medio de distracciones electrónicas o encerrarse en el aislamiento catatónico de la fortaleza del yo.
Efectivamente: escoge cualquiera de las distopías que desde el siglo XX se escribieron y que luego se hicieron películas y encontrarás un escenario posible de cómo abandonaremos este mundo. Aunque, para algunos autores, las distopías son escenarios negativos futuros para mejorar la sociedad actual. Cuestión de pensarlo.
En cambio, las utopías son en un sentido positivo, la denuncia de posibilidades sociohistóricas. Desde este punto de vista otra autora asume la existencia de cuatro modelos utópicos 1 posible/deseable, 2 posible/indeseable, 3 imposible/indeseable y 4 imposible/deseable, esta filósofa considera que algunas ficciones utópicas pueden ser posibles e incluso deseable que lo sean.
Siguiendo la línea de esta filósofa algunos se preguntaron: ¿Por qué no intentar hacer un programa real que contenga ideas prácticas que aborden los acuciantes problemas de nuestra época, como se trató en las utopías literarias del siglo XIX. Y así es como nacen las utopías prácticas, las cuales fueron construidas por un gran número de científicos y dispuestas en un programa o una especie de juego con el que se podrían simular soluciones multidimensionales para resolver problemas multidimensionales como el cambio climático, por ejemplo.
Como sea, lograr cambios o transformaciones requiere de personas que no se rindan, que, a pesar del desaliento y la derrota, curan sus heridas y atienden las necesidades de los demás.
Hoy en día disponemos de mucho conocimiento, sabemos cuáles son los problemas y, más o menos, lo que hay que hacer para solucionarlos. En casas, pueblos y ciudades, tenemos el conocimiento para reinventar nuestro estilo de vida. Pero en este momento carecemos de voluntad. ¿Estamos a la altura de los retos? ¿Podemos afrontar las tareas que tenemos delante? Ya lo veremos, al tiempo. (El término de utopías prácticas es de la escritora Margaret Atwood).