Las lluvias recientes en Torreón han vuelto a poner en evidencia una problemática que, lejos de ser nueva, se ha convertido en una constante fuente de frustración ciudadana: la falta de un sistema de drenaje pluvial eficiente. Particularmente la ocurrida el pasado día 3 del presente mes, cuando un repentino y copioso chubasco cayó sobre la zona metropolitana de La Laguna, pero con especial magnitud en el sector poniente de Torreón, colonias como Polvorera y Santiago Ramírez sufrieron daños severos, con calles llenas de lodo, basura y agua estancada. La acumulación de desechos en alcantarillas y bocas de tormenta -más de 15 toneladas retiradas por brigadas municipales- evidenció que el problema no solo es de infraestructura, sino también de cultura ciudadana y mantenimiento preventivo. Allí el agua tomó las naturales pendientes que provocaron que calles se convirtieran por horas en broncos arroyos, cosa no común. Acá cuando llueve fuerte suele presentarse grandes encharcamientos, pero es raro ver correr el torrente como en esta ocasión, que terminó afectando seriamente aquellos populosos y añejos sitios de Torreón.
Aunque las precipitaciones no son frecuentes en esta región, cada vez que ocurren con determinada intensidad la infraestructura urbana colapsa. Esta situación no solo refleja una carencia técnica, sino también una falla estructural en la planeación y gestión pública, de décadas. Curiosamente el último esfuerzo por dotar a La Perla de la Laguna fue hace más 34 años, cuando el hermano del actual alcalde Román Alberto Román Cepeda, Carlos Román, hizo una especie de pequeñas acequias sobre el bulevar Revolución. Aunque modesto el proyecto, funcionó por un breve tiempo en que ese sistema por su propia naturaleza se anegó y dejó de funcionar.
Como es costumbre cada vez que se presentan estas circunstancias, nuevamente se pone en la palestra de la agenda pública la necesidad de realizar obras de calado suficiente para dotar a la ciudad con un verdadero drenaje pluvial. Es importante señalar que desde hace dos años
existe un proyecto registrado ante la Secretaría de Hacienda para construir un Sistema Integral de Drenaje Pluvial en Torreón, con una inversión estimada de más de 1,800 millones de pesos. Sin embargo, a pesar de contar con factibilidad técnica y económica, los avances han sido nulos. Las etapas de factibilidad legal y ambiental siguen incompletas, y los recursos asignados no han sido ejercidos. La fecha de inicio se ha pospuesto hasta marzo de 2026, lo que implica que, por lo menos hasta 2028, Torreón seguirá enfrentando las lluvias sin una solución estructural.
¿Por qué no ha habido avances? La ruta corta es que por desgracias las diferencias partidistas tienen atascado el proyecto. El monto del fondeo y parte de la legislación aplicable para llevar a cabo estas obras, corresponden a la administración federal, en manos de Morena, los gobiernos local y municipal son priistas. Difícil encontrar coincidencias.
La gestión municipal ha sido duramente criticada por el nulo avance en el tema, en tanto el alcalde, por su parte ha atribuido la falta de avances a la ausencia de apoyo federal, lo que ha generado aún más inconformidad entre los ciudadanos. Esta dinámica de culpas compartidas ha impedido que se tomen decisiones concretas y urgentes. Lo dicho, las diferencias de colores sencillamente están dejando a Torreón sumido bajo el agua cuando las esporádicas lluvias caen por estos desérticos lares. Esto no quita Torreón es un desastre en cuanto a su infraestructura pluvial debido a que ha crecido sin una planeación hídrica adecuada. Las lluvias recientes lo volvieron a demostrar. Existen proyectos y propuestas, lo que falta es voluntad política para vencer esa diferencia de colores.