Siglo Nuevo Opinión Entrevista Nuestro Mundo

NUESTRO MUNDO

Despertar la esperanza

Hay que estar muy atentos a que todo lo que nos circunda no nos lleve a lo que llamamos vacío existencial, que es esa sensación donde no encuentras dónde quedaron tus propósitos, tus metas, tus ilusiones.

Despertar la esperanza

Despertar la esperanza

MARCELA PÁMANES

Hay una sensación de fragilidad desatada a partir de las múltiples noticias de muertes, enfermedades, desaparecidos, niños y niñas violentados, vecinos enojados, reclamos contra la autoridad, inocentes encarcelados, los lujos de pocos y la miseria de muchos, Gaza,

África, la saña de las coberturas informativas que obedecen a intereses particulares, los atropellos contra la naturaleza, la extinción de seres vivos, el hedonismo del poder, la indiferencia que resulta de la impotencia hacia los cambios, en fin, la lista podría extenderse tanto como no quisiéramos. Lo real es que estas son las circunstancias de nuestros tiempos, producto del aparador en el que se han convertido las redes sociales, la inmediatez y este vivir hacia afuera todo lo que nos pasa.

No sé ustedes, pero cada vez que leo que alguien fue diagnosticado con cáncer mi mente se apropia de la noticia y pienso de inmediato en cuándo tendré que lamentar la muerte de alguien cercano o la propia por esa causa. No podemos engañarnos, todos estamos formados para que tarde o temprano nos enfrentemos a la fragilidad de la existencia, pero eso no quiere decir que no recurra a la sabiduría de frases hechas como: “El que se preocupa por anticipado se preocupa dos veces” o aquello de “cuando toca, aunque te quites”.

No me resisto a la enfermedad, ese proceso que implica deterioro y dependencia. No, tampoco es orgullo; es temor a que algo que me pase a mí tenga que ser atravesado por igual por quienes amo. Entiendo que también sería parte de los aprendizajes de la vida, pero sé que si pudiéramos escoger, muchos preferiríamos darle la vuelta a eso que es irremediable.

Por eso, a estas alturas cada día le entiendo menos a la vida. Tantos afanes, tanto ir y venir, tanto buscar, tanto darles vuelta a los asuntos personales, tanto indagar por qué somos como somos, tanto esfuerzo, tanto de todo para que, al final, los todos se reduzcan a la última expiración. Tal vez eso sea lo que atormenta: el camino elegido, las decisiones tomadas, el ver de frente lo que toca vivir para poder transformarlo a tiempo.

Los peores reclamos son los que nos hacemos a nosotros mismos. Desafortunadamente abrimos los ojos cuando ya no hay mucho por delante. Enmendar un error cuando empiezas a escribir una historia es más fácil que cuando te faltan pocas páginas por llenar. Pero la vida es así, nada ocurre ni antes ni después.

Hay que estar muy atentos a que todo lo que nos circunda no nos lleve a lo que llamamos vacío existencial, que es esa sensación donde no encuentras dónde quedaron tus propósitos, tus metas, tus ilusiones y le abres la puerta al displacer, a que nada o pocas cosas importen; donde ya no te interesa cambiar o mejorar porque esto último ya no está en ti, la fe desapareció y te aíslas, tedesconectas, pereces poco a poco.

Los expertos afirman que esto no necesariamente tiene que ver con estados depresivos. Da la impresión de que ocurre más bien por un estado de fatiga emocional crónica, aunque también reconocen que los síntomas del vacío existencial van de la mano con los de la depresión profunda.

No sé qué tanto te observes. Ojalá y mucho, lo suficiente como para detectar hace cuánto no ríes con verdaderas ganas, hace cuánto no lloras, hace cuánto no te hace ilusión algo que antes era importante para ti. En cuanto detectes pena, desazón o disgusto, pregúntate qué lo origina, sopésalo y confía en ti cuando sientas que no puedes solo, que necesitas el apoyo de alguien más aquien puedas confiar todo lo hay en tu universo interno.

Para muchos de nosotros, callar es la opción; no es la mejor, pero es la que conocemos porque así fuimos educados. Sin embargo, lo que se calla no se trabaja y, por lo tanto, no sana, aunque a veces nos engañemos pensando en que si no lo decimos, no ocurrió nada.

Sé que esta sensación de vulnerabilidad pasará, porque la reconozco, no la evado. Pero de aquí a que suceda sé que hay que nutrir el espíritu y lo que hay que hacer para ello está claro: descansar, alejarse de los mensajes negativos, procurar la armonía, comer bien, buscar la compañía de quienes motivan; en otras palabras, acercarte a todo aquello que permita despertar la esperanza.

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en: Por Marcela Pámanes Nuestro mundo vacío existencial propósitos tus metas tus ilusiones. noticias de violencia Muerte enfermedad miseria Gaza África preocupación existencial

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Despertar la esperanza

Clasificados

ID: 2409675

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx