Si algo caracteriza a la clase política mexicana (y quizás a muchas otras de otros países, pero solo conozco a la nuestra) es la preocupación y habilidad desarrollada para sacarse el golpe. Les importa mucho más tener la razón que resolver los problemas; rehuir la responsabilidad que entender la realidad. Las declaraciones de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, a propósito del informe de la ONU en el que se señala que las desapariciones en México son sistemáticas y generalizadas por parte del Estado son una clara muestra de ello. La secretaria brincó como chapulín y dijo que cualquier señalamiento o insinuación en ese sentido es inaceptable. A las malas noticias, oídos sordos.
En esta cosa tan típica de nuestra clase política de confundir al Estado con el jefe del Estado (L´État c´est moi, muy al estilo monárquico de Luis XIV) la secretaria asume los señalamientos de la ONU como un insulto, y no, como es, como el resultado de un estudio de lo que pasa con el fenómeno de desaparición forzada en México.
Como escribí en la revista Nexos de este mes de junio (https://www.nexos.com.mx/?p=84867) el Estado mexicano está directamente vinculado con la desaparición en al menos dos aspectos. El primero es la supletoriedad del crimen organizado en materia de seguridad y control del territorio. El segundo es ese entendimiento entre el Estado y los criminales que ha permitido que los gobiernos, el federal y los estatales, se beneficien de la "reducción (así, entre comillas) de la cifra de homicidios.
Las policías, municipales, estatales e incluso La Guardia Nacional, así como las fiscalías están relacionadas directa o indirectamente con una buena parte de las desapariciones. En los pocos casos en que se investiga una desaparición aparece invariablemente el Estado por acción u omisión. Por si eso fuera poco, el Estado mexicano ha sido sistemáticamente negligente en el reconocimiento y el combate a este delito que azota a las familias mexicanas. De 2028 a la fecha van casi 70 mil personas desaparecidas no localizadas, víctimas que el Estado mexicano ha ignorado continuamente. Para empezar, las víctimas de este delito siguen sin ser consideradas en los informes de seguridad que nos receta mes a mes en la Mañanera el super policía de la 4T (que además es guapo, no como los de antes, diría la diputada Maribel Solache, en otro grandioso derroche de frivolidad Legislativa).
La única forma de resolver un problema es aceptándolo y entendiéndolo. Mientras la secretaria de Gobernación, por conveniencia o incompetencia, siga pensando que la desaparición en México es un fenómeno aislado, se nieguen a entenderlo y, sobre todo, a aceptar que es sistemático y que el Estado mexicano es parte esencial de esta tragedia, no hay manera de resolverlo.
