“ ¿Dónde está el baño, cabrón?”. Un insolente tipo le hizo esa pregunta al mesero del elegante restorán.
Imperturbable, el camarero respondió: “Está al fondo a la derecha, señor. En la puerta verá un letrero que dice: ‘Caballeros’. Usted no haga caso y entre”... Hay ocasiones en que resulta muy difícil ser un caballero.
¿Cómo hacer crítica política si el sujeto del comentario es una dama? Suele decirse que el escritor arrastra la pluma. No hay tal. Es la pluma la que arrastra al escritor. En esta ocasión a mí me lleva a decir que la presencia de la señora Beatriz Gutiérrez Müller en España está dando lugar a que México sirva de escarnio e irrisión. No solamente los editorialistas de la prensa española y los comentadores del radio y la televisión, sino también los usuarios de las redes sociales hacen chacota de la mexicana que después de agraviar a España en varias y diversas formas está pidiendo ahora ser española. Lejos de mí la temeraria idea de unirme a esas chocarrerías -a pesar de todos los feminismos me esfuerzo en seguir siendo un caballero-, pero entiendo que esas críticas tienen fundamento. La no primera dama se rodeó de una camarilla de historiadores de nómina, uno de los cuales había sido denunciado por acoso sexual, motivo que lo hizo ser rechazado por el país al que López Obrador lo iba a enviar en calidad de embajador. Movida por esos individuos, y por sus dogmas obsoletos y anacrónicos, la esposa del Presidente incurrió en acciones tales como ordenar el retiro de la estatua de Colón y cambiarle de nombre a la tradicional calle Puente de Alvarado, lo mismo que al siempre llamado Árbol de la Noche Triste. Igualmente envió una carta al Rey de España exigiéndole una disculpa por hechos acontecidos hace cinco siglos, cuando ni España era España ni México era México.
Tan absurda y risible era esa misiva que Felipe VI no se molestó en contestarla, en lo cual anduvo muy acertado. Para colmo de males se sabe ahora que la señora Gutiérrez, quien no aceptó ser llamada “primera dama”, vive en Madrid como reina. Preguntar de dónde sale el dinero para costear sus lujos no es hacer la pregunta de los 64 mil pesos, sino a lo más la de los 5 pesos, pues la respuesta es obvia. Su tren de vida, lo mismo que el Tren Maya, se paga con el trabajo de los mexicanos, cuyos impuestos van a dar a la mafia que desgraciadamente se apoderó de este país. ¿Por qué la esposa del ex presidente se va a España y pide la ciudadanía española? La única explicación que se me ocurre, poco imaginativo como soy, es que quiere ponerse al amparo de eventuales actos de justicia a los que su cónyuge ha quedado expuesto por sus abusos e ilegalidades de caprichoso autócrata. Todo indica que la señora se está deslindando de su consorte luego de haber gozado las mieles del poder. Tras haber vivido en un palacio vive ahora en un palacete, con evidente olvido de su indigenismo y de la austeridad republicana predicada por su lejano esposo. Vergüenza ajena causa este otro desfiguro de la 4T, que nos desprestigia y nos hace objeto de burlas en el exterior. Y más no digo: a pesar del pedestre y rastacuero ambiente implantado por la 4T quiero seguir siendo un caballero... Doña Holofernes, la esposa de don Poseidón, lo sorprendió en el pajar refocilándose cumplidamente con la mujer del granjero vecino. En un solo golpe de voz, sin tomar aire, la furibunda señora le gritó a su marido: “Canallainfamedesgraciadotraidormalditodesdichado !”. “¿Qué es esto? -exclamó don Poseidón con simulado asombro-. ¿Qué no eres tú, Holofernes, la mujer con la que estoy? ¡Ah, te digo que necesito lentes nuevos!”...
FIN.