Después de la debacle electoral de este domingo la 4T deberá hacer un severo examen de inconciencia. La mendaz jornada fue un timo en el cual la inmensa mayoría de los mexicanos se negó a participar.
Sin duda esta elección ha sido la más desastrada, desairada y desorganizada en toda la historia de los procesos electorales del país. Con esta criminal acción, engendro de la voluntad de un solo hombre, la imagen de AMLO resiente un duro golpe, sobre todo luego de verlo ir a votar con acordeón, señal clara de las complicaciones inherentes a esta farsa caótica y anárquica. En su fugaz aparición el cacique explicó su desaparición: está escribiendo un libro. Lo creemos: el señor ha escrito más libros que los que ha leído. Igualmente la figura de Claudia Sheinbaum, su virreina, queda empequeñecida tras este fracaso del régimen que encabeza en nombre y representación de quien la nombró para llevar adelante sus designios, entre ellos la nefasta elección, al mismo tiempo venganza contra quienes se opusieron a sus ilegalidades y medida tendiente a concentrar el poder. A eso se le llama tiranía, dictadura. El país va a la ruina, mal gobernado como está, oprimido por una camarilla de politicastros que en el tal Noroña tienen su más cabal ejemplificación. La demagogia es a la democracia lo que la prostitución es al amor. Mis cuatro lectores habrán de perdonar la altilocuencia de esa frase, pero me sirve para señalar que las conquistas democráticas tan trabajosamente conseguidas por los ciudadanos han sido sustituidas por el engaño, la charlatanería y un burdo y degradante populismo que convierte a los pobres en mascotas y los usa como instrumento para apropiarse del país y dominarlo. “El sueño de la razón produce monstruos”, dijo Goya. En igual forma la pesadilla de la sinrazón pare monstruos aún peores. La Presidenta tuvo que aflojar 800 millones de pesos -no suyos, sino míos y tuyos- para conseguir que los rufianes de la CNTE dejaran libre el Zócalo y no deslucieran la celebración del histórico proceso electoral que tiene maravillado al mundo y que es corona y cetro de la democracia. En este punto evoco a don Algón, pilar de la comunidad que en lo secreto gusta de la carnalidad. Estuvo hace unos días en el Motel Kamawa con una damisela de ocasión, y al término del consabido trance le preguntó cuánto le debía. “Son 100 pesos” -respondió la perendeca. “¿100 pesos? -se sorprendió el salaz ejecutivo-. ¿Y cobrando eso te puedes mantener?”.
“Bueno -explicó, modesta, la muchacha-. Además le hago un poco al chantaje”. Demasiado tarde el pilar de la comunidad recordó que en medio de los arrempujes del in and out alcanzó a oír varias veces el click de una cámara fotográfica. Los inmorales líderes de esa mafia llamada CNTE son chantajistas que le tomaron ya la medida al nuevo sexenio y lo seguirán expoliando, pues la que se otorga a sí misma el título de “hija del 68” no puede incurrir en represión, y por tanto se ve obligada a permitir que cientos de miles de niños en los estados que más necesitan educación estén sin ella, y que en manera impune las hordas de mal llamados maestros atenten contra los derechos de los ciudadanos y les causen molestias de todo orden. No puedo cambiar de país. Séame permitido entonces cambiar de conversación. En algunos países “echar un palito” significa beber una copa. En otros equivale a decir un halago. En México esa expresión alude al acto sexual. Un tipo le contó a otro: “Anoche me eché un palito de 50 mil pesos”. “¿De veras?” -se admiró el otro.
“Sí -confirmó el tipo-. Choqué con mi coche y tumbé un poste de la Comisión Federal de Electricidad”. FIN