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Criptografía

J. SALVADOR GARCÍA CUÉLLAR

La criptografía es una técnica de escribir con una clave secreta, sin la cual no sería posible leer el texto, que tiene un destinatario perfectamente definido.

La palabra criptografía se formó a partir de las voces griegas Kryptikós (oculto) y el elemento compositivo Graphía, derivado del verbo Grapho, que significa escribir. Se entiende, pues, que se trata de una "escritura oculta", y tal vez quien envía el mensaje espera que viaje escondido hasta el destinatario, pero aquí la condición de furtivo se refiere a que el objeto a ocultar es el contenido del mensaje, aunque éste sea visto por alguien a quien no le fue enviado.

La criptografía se ha utilizado desde los inicios de la historia en las guerras, como un instrumento de comunicación que no fuera entendido por el enemigo aun si el mensaje era capturado.

El historiador griego Polibio, del siglo II a.C., describió un método de sustitución de letras en una tabla; quien no conociera la clave criptográfica de ese instrumento, no lograría leer el texto. Tiempo después, se desarrollaron otros sistemas en diversos conflictos bélicos desde el renacimiento hasta las dos guerras mundiales del siglo XX.

La máquina encriptadora más famosa tal vez fue la llamada Enigma, ideada por los nazis durante la segunda guerra mundial. Era un dispositivo electromecánico que permitía codificar y decodificar mensajes de manera compleja, haciendo que la comunicación fuera prácticamente indescifrable para el enemigo. Sin embargo, los aliados lograron entender los mensajes encriptados por este artilugio con una máquina inventada por el matemático británico Alan Turing, con ayuda de criptólogos polacos.

Cuando éramos adolescentes jugábamos con criptografías para comunicarnos con nuestros amigos. Usábamos sistemas como "hablar con la efe" o "hablar con la ge" para que un tercer escucha no nos entendiera. También los pachucos del siglo pasado hablaban "al revés" para darse a entender con otro sin que un entrometido se enterara de lo que se estaba tratando. Había jóvenes muy competentes en este lenguaje críptico en el que se pronunciaban primero las últimas sílabas de cada palabra y después las iniciales. Recuerdo que hasta oí canciones encriptadas en esta clave.

En la Guerra de las Malvinas, librada entre Inglaterra y Argentina en 1982, los pilotos aéreos sudamericanos con sorpresa se dieron cuenta de que todos sus oponentes entendían perfectamente el español y eso les daba mucha ventaja en las batallas. Entonces los argentinos, todos muy avezados en el argot del bajo mundo, donde era muy conocido este sistema de cifrado, improvisaron una encriptación de sus conversaciones hablando al revés y les funcionó muy bien, porque los pilotos ingleses no eran capaces de entender, pues no contaban con la clave, y si así fuera, tardarían mucho tiempo para interpretar las conversaciones entre las tripulaciones enemigas.

Existen libros completos que hasta ahora no se han podido descifrar porque están escritos en un lenguaje encriptado cuya clave todos desconocemos, lo que los hace inútiles pero muy interesantes porque nos punza la curiosidad por saber su contenido, que suponemos extremadamente importante, pues por esa razón lo ocultaron tan celosamente. Este es el caso del Manuscrito Voinich, libro amplio que contiene no solamente glifos (signos de escritura), sino dibujos de mujeres y de plantas que no existen en nuestro planeta (y suponemos que en ningún otro). Desde hace más de dos siglos los más ingeniosos criptólogos han tratado de descifrarlo, incluso han recurrido a la inteligencia artificial, y no han tenido éxito.

Jorge Luis Borges nos asombró con uno de los mejores relatos en lengua española y tal vez de todos los idiomas, cuando nos dio a conocer El Jardín de los Senderos que se Bifurcan. En ese maravilloso cuento, el protagonista, un espía chino que estaba enterado de su muy próxima ejecución, remite un mensaje encriptado a su superior alemán para enterarlo sobre el emplazamiento de una flota de aviones en el territorio de Inglaterra que los alemanes querían destruir. Logró enviar el mensaje a través de su propia muerte, pues la noticia de su captura y ejecución en los periódicos fue la clave para que el militar nazi conociera el lugar donde estaba la flota.

En la literatura policiaca encontramos muy diversas situaciones de mensajes encriptados que nos sorprenden a pesar de que creíamos haber visto todo lo posible.

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