
Raúl y Ana Lucía.
Una noche donde el arte y el vino se mezclaron para crear momentos memorables. Los asistentes se sumergieron en una atmósfera relajada y llena de inspiración, donde cada uno pudo expresar su creatividad sin importar su experiencia previa.
El icónico busto de El David se convirtió en un lienzo vivo, transformado con pinceles, aerosoles y mucha imaginación. La guía artística estuvo presente para motivar y acompañar a todos, haciendo que cada trazo fuera parte de una experiencia colectiva, cargada de risas y descubrimientos.
Más que un taller, fue una celebración de la libertad creativa y la conexión entre quienes compartieron esa noche única.