Asuntos prioritarios para el país continúan acumulándose en torno a las fronteras nacionales. No se circunscriben a las dinámicas transfronterizas ni a los intercambios comerciales. Abarcan los desafíos para la seguridad nacional, los flujos, cruces, desplazamientos y detenciones de migrantes, el tráfico de armas y la trata de personas, la gestión y protección de la infraestructura binacional de comunicaciones y las obligaciones contraídas en el Tratado de aguas de 1944. Si México quiere procurar una era de buena vecindad con Estados Unidos necesita construir nuevas agendas en las instituciones y políticas públicas, fijar prioridades e impulsar las relaciones intermésticas, privilegiando el diálogo político para establecer estrategias sectoriales y locales, bilaterales y regionales. Y debe hacerlo pronto, de manera sistemática y no incidental, propositiva y planificada, no reactiva, cuando se imponen circunstancias cambiantes, limitaciones y presiones.
Enunciar los asuntos fronterizos puede ayudar a clarificar sus alcances e importancia. Contribuir a comprender mejor cómo la información y el fortalecimiento de la gestión interinstitucional, la coordinación y colaboración -sin subordinación- entre gobiernos no sólo son necesarias sino fundamentales para determinar cómo se atienden, promueven y defienden, de manera soberana, los respectivos intereses nacionales.
La administración Trump continúa propagando, en su retórica xenófoba, que en la frontera con México se encuentra la principal amenaza para su seguridad nacional. De facto, la ha convertido en un campo de batalla. Eliminó la principal vía legal establecida para solicitantes de asilo, suspendió otros programas de protección humanitaria, e hizo más difícil su complicado y dispendioso sistema migratorio. Estas medidas explican parcialmente la reducción reciente de los flujos migratorios y un menor número de arrestos de migrantes indocumentados. Pero debe considerarse también el despliegue de más miembros de la Guardia Nacional, cuyas acciones en todo el territorio, ordenadas por el ejecutivo mexicano, tienen como objetivo explícito contener a los migrantes con fines disuasorios.
Estas medidas, junto con los traslados terrestres, las detenciones administrativas, las negociaciones para aceptar y realizar vuelos de repatriación y las entregas y extradiciones han incrementado las violaciones de derechos humanos y laborales de hombres, mujeres y niños migrantes. Sigue extendiéndose la alta concentración de decenas de miles de migrantes, varados en las principales ciudades fronterizas del norte y sur de México. Continúa incrementándose el número de migrantes que sobreviven en centros urbanos del país. El gobierno estadounidense acaba de anunciar la revocación del estatus legal temporal otorgado por la anterior administración a 530 mil cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos, la cual entrará en vigor esta semana. Se recortarán los dos años concedidos para entrar y permanecer en Estados Unidos, aun si tenían patrocinadores estadounidenses. Estas deportaciones repercutirán sobre México.
Vehículos blindados de combate ya están presentes en lugares estratégicos de la frontera sur para ejecutar labores de detección y monitoreo, en apoyo a las labores de la Patrulla Fronteriza y el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas. El propósito es intimidar las incursiones irregulares de migrantes, así como neutralizar a organizaciones criminales involucradas en diversas actividades ilícitas, especialmente de tráfico de drogas y armas. A estos refuerzos militares en tierra, ordenados por Trump al Departamento de Defensa, se sumarán los grupos de trabajo recién establecidos en la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial y la Oficina Nacional de Reconocimiento, los cuales realizarán tareas de vigilancia satelital y espionaje.
Si hoy hay 20 mil efectivos militares mexicanos y estadounidenses desplegados en ambos lados de la extensa frontera terrestre, con órdenes para llevar a cabo tareas de identificación, rastreo y vigilancia, apoyados por drones, aviones, helicópteros y satélites, con el respaldo de dos buques de guerra estadounidense surcando a distancia nuestras costas, es claro que se ha priorizado la securitización, el control y la vigilancia de las fronteras. El gobierno de México ha aceptado llevar a cabo trabajos conjuntos, coordinados, basados en los principios de confianza mutua y responsabilidad compartida y diferenciada, aun si ello implica, de manera implícita, pero de facto, militarizar la frontera y criminalizar la migración.
La visita reciente de la secretaria de Seguridad estadounidense se sumó a los esfuerzos de Trump para presionar al gobierno mexicano para que intensifique sus acciones, comparta más información, -habiendo solicitado los datos biométricos de los inmigrantes- y proceda a sellar también la frontera sur con Guatemala. Tras otra visita a Washington del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, la presidenta Sheinbaum ha insistido en que, en lugar de blindar las fronteras, lo que debe hacerse es generar más empleos, aumentar la seguridad en los lugares de origen e impulsar polos de desarrollo. Al dialogar con Trump sobre las fronteras ella ha evitado mostrar algunas de sus cartas antes de tiempo, como lo hiciera ante la imposición de aranceles.
Construir un centro de detención y deportación de migrantes en Fort Bliss, Texas, transferir en 45 días al Pentágono la reserva Roosevelt, esa franja de terrenos federales más de mil kilómetros de largo y 18.5 metros de ancho que corre paralelamente en gran parte de la frontera de Nuevo México a California, pasando por Arizona, para permitir actividades militares, incluida la posible instalación de barreras o boyas fronterizas y el emplazamiento de equipos sofisticados de detección, plantean interrogantes muy graves para México: ¿acaso Trump se propone evadir la ley federal que prohíbe el uso de tropas en la aplicación de leyes internas en territorio estadounidense? ¿podrán entonces militares estadounidenses detener a los migrantes una vez crucen la frontera? ¿retomarán ellos la construcción del muro?