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Construir la confianza

No es simplemente una opinión equivocada, es una convicción profunda que escapa de toda lógica. ¿Deliramos? Sí, todos lo hacemos

Construir la confianza

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CORI MUÑOZ

Son pocas las mujeres que interrumpen cuando un hombre está hablando sobre algún tema, aunque no tenga razón. A veces ni siquiera debe tener un discurso elocuente, sino simplemente expresarse con sobrada confianza. Usualmente sólo lo interrumpe otro hombre para corregirlo, dar una versión más completa de los hechos o simplemente exponer su punto de vista. Esto sucede con mayor frecuencia cuando se habla de temas considerados dentro del expertise masculino, como el futbol, los autos o la política.

Sin un afán de radicalismo femenino, ¿qué sucede con las mujeres? Conocemos pocas excepciones de mujeres que están dispuestas a explicarle a los hombres un tema en el que son expertas. La mayoría de las veces, y de forma inconsciente, dejamos que ellos sean los que hablen. En una ocasión, hace un par de décadas, una amiga con una vida relativamente cómoda en lo económico me dijo: “Cuando veas que tu novio está apasionado con un tema y tú sepas más, evita todo tipo de discusiones. Déjalo que hable; es más, pregúntale sobre el tema como si lo desconocieras”. Por un tiempo me pareció una interesante y favorable postura, hasta que me sacudieron las preguntas de Daniel: “¿Qué piensas? ¿Tú qué opinas? ¿Sabes sobre esto?”, y en un momento me perdí en la conversación. El mansplaining (macho explicando) no dio resultado.

El concepto ha sido explorado desde la escritora Virginia Woolf (1929), quien señalaba que el sistema patriarcal empodera a los hombres sin que siempre tengan la razón, en detrimento “cultural” (por decirlo de alguna manera) de la confianza de las mujeres. “Los hombres han tenido siglos de ventaja para acumular seguridad”, decía.

En épocas más recientes, Audre Lorde (1984), feminista y activista en temas raciales, detalló la discriminación que existe hacia las mujeres negras en Estados Unidos, y en su libro Sister Outsider expone cómo las estructuras de poder fortalecen los privilegios masculinos e invisibilizan la sabiduría femenina. Pensemos en México, donde existen estas estructuras de poder “por debajo del agua”. ¿Cuál es la voz de la mujer indígena? ¿Qué piensa? ¿Qué opina?

La lucha feminista ha sido constante y ha ganado terreno en los últimos años. El grito de las mujeres ha sido estridente y no es para menos: “¡Nos están matando!”, “¡Vivas las queremos!”. Hoy hablamos. Cada vez se tiene más voz femenina, más participación, pero algo sucede todavía, y no se trata simplemente de un tema de autoestima, se trata de la confianza para levantar la voz. No gritar, no reclamar, sólo decir: “Yo pienso esto sobre este tema del que soy experta” o “Tal vez no sea experta, pero quiero opinar”.

Recientemente se hizo viral la escritora y periodista Sarah Hagi por ser quien destapó los tuits racistas de la actriz transgénero Karla Sofía Gascón, alimentando su polémica en torno a su participación en la película Emilia Pérez, que fue para México y toda su cultura una total indignación. Pero más allá de esos tuits, Hagi, nacida en Ottawa, Canadá, expuso el tema de la confianza masculina con una cita que se hizo viral en redes sociales: “Señor, concédeme la con fianza de un hombre blanco mediocre”. Esta oración está respaldada por todo un tratado realizado por Rebecca Solnit (2014), quien acuñó el término mansplaining, el cual se refiere a la confianza sin fundamento que tienen muchos hombres.

Más allá de extender la crítica a los hombres, las mujeres deberíamos atrevernos a participar en las conversaciones, a entrometernos más. Nos falta ese punto, adolecemos de confianza. Vivimos en un mundo en el que todavía existe demasiada desigualdad de género, a pesar de los avances y la lucha de grandes pensadoras y periodistas.

Hoy toca a las beneficiarias del activismo feminista que se ha dado por décadas, primero, no ser condescendientes con las niñas y ayudarlas a expresar lo que piensan, desarrollando espacios de igualdad; segundo, fortalecer la sororidad para tener lugares donde construir la confianza femenina. Felicito a todas aquellas mujeres y hombres que, en espacios hostiles, levantan la voz y luchan cada día por un mundo más igualitario.

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