
Bases. Aurora Hernández se inspiró en el libro El origen de la tragedia, de Friedrich Nietzsche, y en la música del compositor estadounidense John Zorn.
La poesía la constituye, sobre todo en el nuevo andar poético donde se ha adentrado. En medio del barullo de un centro comercial, Aurora Hernández se dispone a presentar su reciente libro: Los juegos del sátiro (Bitácora de Vuelos Ediciones, 2025). Está acompañada por los también poetas Alfredo Castro y Saúl Rosales, además de la maestra Arcelia Ayup Silveti.
Para esta obra se ha valido de los ritos dionisiacos, inspirándose en el libro El origen de la tragedia, de Friedrich Nietzsche, y en la música del compositor estadounidense John Zorn. En poco más de ochenta páginas, la poesía de Aurora Hernández es capaz de cantar desde una estética mitológica que mira hacia lo contemporáneo.
"El libro es este ciclo del devenir de la vida, como esta característica de que siempre está cambiando, nunca está estática, y de que la vida es la totalidad. Al aceptar este devenir de la vida, aceptamos la totalidad, con todo lo que implica, y nos disolvemos en esto, en esta experiencia".
La palabra es su transporte. Sus versos, místicos. Aurora Hernández se ha disuelto en el devenir de su propia escritura y convierte la breve entrevista en una oda a contra reloj. En el atrio de Plaza Cuatro Caminos está a punto de iniciar su presentación. Ya hay público en las sillas y los sillones del escenario reclaman su presencia, pero ella sigue respondiendo, con la mirada fija hacia el oriente.
"Mi libro está conformado por odas, que son himnos, y estos himnos son repetitivos. Y la intención al repetir estos himnos es, precisamente, recordarnos que la esencia de la vida es la repetición, y que esta repetición hace posible la vida y, asimismo, la desborda".
La autora indica que cada uno de los himnos posee su explicación, sobre el inicio del ritual, su desarrollo y su conclusión. Los versos impresos en las páginas son de técnica libre, de breve extensión para capturar el instante, pero sin llegar a la métrica del haikú.
"Tengo esta influencia de la filosofía en mi trabajo, incluso en lo demás que escribo, pero sí me siento diferente con este (poemario) porque ya lo siento como más… no sé cómo decirlo… más específico, porque mis anteriores trabajos eran más abiertos y cambiantes, y este ya está más vivo".
La también colaboradora de la revista Siglo Nuevo es capaz de hacer que Nietzsche y Zorn convivan a pesar del tiempo que los separa. Lo hacen en el significado de los distintos matices del éxtasis, el dolor, la tragedia, la existencia, la violencia y el placer. La poesía es movimiento, porque todo a su alrededor también lo es.
"El sátiro me remite a alguien desbordante de movimiento, de inteligencia y de creatividad, de agilidad", concluyó.