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Cacao en el mestizaje

Ya se había incrustado léxico náhuatl en la lengua hablada en España y Miguel de Cervantes, con su alerta oído de escritor, lo percibe y clava en su obra una palabra del Cemanáhuac: cacao.

Cacao en el mestizaje

Cacao en el mestizaje

SAÚL ROSALES

El imperio nahua fue tan poderoso que a pesar de haber caído ante el imperio español, dio el nombre México a toda la nación que habitamos en el primer cuarto del siglo XXI. “¡Mexico!, ¡Mexico!”, gritaban con acento grave los guerreros bajo el mando de Cuitláhuac, y luego de Cuauhtémoc, al defenderse de las huestes de Hernán Cortés, estas ya mestizadas con nativos y europeos. Pronto vino otro mestizaje producido por aquel enfrentamiento dialéctico, una síntesis que encontró expresión en esa forma de las superestructuras sociales que es la lengua. La lengua forcejeaba para parir el mestizaje de las hablas en tanto el nombre Mexico pasaba de ser palabra grave a ser esdrújula.

El cacao apareció para ejemplificar. En sus Cartas de relación, Cortés dudaba al nombrar la planta o el árbol del cacao. Escribe cacaguatales y cacaguetales al referirse a las huertas del sureste. Dudaba en la tercera sílaba, ¿era gua o gue? Eran los espasmos del parto lingüístico. No es la única muestra. Aunque en la bibliografía de la Conquista de México permanezcan latentes otros usos susceptibles de emplear como ejemplos, en la Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, se puede leer otra forma referida al cacao. O más bien a los árboles o plantas de los que es fruto.

Bernal cuenta que atrapan unos indios en “huertas de cacahuatales” y suprime la g y, al igual que Cortés, duda en la tercera sílaba y escribe también cacahuetales. De cualquier manera él ve “cacahuateros que vendían cacao” cuando salen por vez primera a caminar en la gran plaza de Tenochtitlan.

La duda era: ¿hua o hue? Espasmos del mestizaje lingüístico que va pariendo la realidad. Al final el nahuatlismo quedó con hue en España, donde dicen cacahuetes, aunque Bernal diga cacahuateros, y con hua en México, donde decimos cacahuates.

Y el mestizaje lingüístico continuaba. Antes de que se cumpliera un siglo de la Conquista, seguramente ya se había incrustado léxico náhuatl en la lengua hablada en España y Miguel de Cervantes, con su alerta oído de escritor, lo percibe y clava en su obra una palabra del Cemanáhuac: cacao.

En “La gitanilla”, primera de las Novelas ejemplares de Cervantes, Andrés Caballero pretende a Preciosa, protagonista miembro de una tribu de gitanos. Para que se le conceda como pareja, Andrés debe sumarse a la tribu y, al explicar esta y otras condiciones, la autoridad que es el gitano viejo le dice que los castigos por “cosas desta vida” —que en realidad son el rompimiento del orden y sufrir el rigor de la justicia—, eso, dice el gitano viejo usando un nahuatlismo, “no lo estimamos en un cacao”.

Esa expresión de “no lo estimamos en un cacao”, que significa, por ejemplo, “no le damos importancia”, “no creemos que valga la pena”, etcétera, equivale a las castizas “nos importa un bledo” y “no se nos da un ardite” o, como dice Bernal, “ni nos tenía en una castañeta”. Total, a Cervantes, oído atento para los fenómenos de la lengua, le pareció bien sustituir bledo, ardite o castañeta por cacao. Otra muestra del mestizaje lingüístico del náhuatl y el español.

El tema del cruce lingüístico siempre reverdecerá. Para nosotros, hablantes del español y vecinos de la nación más poderosa de la tierra, tal asunto no tiene pausa de hibernación. El prestigio que dan los diversos poderes a la lengua inglesa estadounidense la hacen avasalladora. Los hablantes mexicanos frecuentemente, en actitud de vasallos, incorporan léxico y estructuras de aquel idioma. Por abundantes, se pueden obviar los ejemplos de vocabulario; muestras de estructuras calcadas pueden serlo “hacemos televisión”, “no hace significado”, “no hace parte”.

Ya lo decía Sor Juana: “Un necio grande no cabe en sólo la lengua materna”. Necio, en tiempos de Sor Juana, significaba tonto. Es más fácil convertir un tonto en vasallo.

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Escrito en: Saúl Rosales mestizaje Cacao

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