
Bloomsday junio 16
Si se busca en internet por qué el 16 de junio es el Bloomsday, se encuentra una breve pero ilustrativa lección. Ese día de este mes de junio se conmemora la aparición de una gran novela. Celebraremos el libro mayor de la narrativa occidental, la novela Ulises, de James Joyce, donde el 16 de junio de 1904 podemos seguir a Leopold Bloom por la ciudad de Dublín en sus evidencias y en sus intestinos.
En el párrafo anterior deslicé un “celebraremos” para incluirme en la conmemoración internacional. De cualquier modo, hace mucho intenté un modestísimo homenaje a Joyce y su Ulises en mi novela Iniciación en el relámpago —que tuvo la desgracia de pasar por las manos de un diseñador ignaro que, con un atentado a la sintaxis, cambió el título en la portada, donde se lee Iniciación al relámpago—.
El modestísimo homenaje consiste en que los personajes principales llevan nombres relacionados con Joyce y su obra. Uno de los protagonistas se llama Esteban, como el antihéroe así llamado en la traducción del Ulises por J. Salas Subirat, en la edición de Santiago Rueda. En otras ediciones se mantiene el nombre en inglés: Stephen, Stephen Dedalus. La mujer de Esteban se llama Irlanda, porque en Irlanda nació Joyce.
Otro apelativo pizcado en Joyce y que puse a otro de mis personajes de Iniciación en el relámpago es Leopoldo, claro, por Leopold Bloom, protagonista del Ulises y por quien se da el nombre de Bloomsday al 16 de junio. Por supuesto, los personajes de mi novela no son reproducciones de los creados por Joyce. Sólo usé sus nombres en homenaje al gran escritor irlandés.
Joyce escogió el 16 de junio de 1904 para que ese día transcurriera la historia de su Ulises porque quiso, de esa manera, inmortalizar la fecha de su primer encuentro con Nora Barnacle, quien sería su esposa. (Diré entre paréntesis que el libro de las cartas de Nora a Joyce lo abandoné porque escandalizó mi mojigatería. Lo dejé en alguna calle solitaria de la Ciudad de México porque temí que alguien lo encontrara entre mis libreros. Pudor de inseguridad y provincianismo).
Los festejos del Bloomsday en Dublín, Irlanda, incluyen representaciones de algunas de las escenas de la magistral novela. La gente actúa como Leopold Bloom, Molly Bloom, Stephen Dedalus y los demás personajes del inmenso libro de Joyce. Califiqué de magistral al Ulises porque con su riqueza artística, fruto de la imaginación, la inteligencia, la sabiduría, la sensibilidad y el humorismo de Joyce, es manantial donde abrevó la narrativa del siglo XX y, por consecuencia, o indirectamente, lo hace la actual.
De las innumerables enseñanzas literarias que la obra maestra de Joyce contiene para los narradores me gustaba repetir con la frecuencia pertinente una que entresaqué de la parte de la novela escrita en pequeños segmentos rotulados con cabecitas de descanso, o títulos intermedios, como se hace en los textos largos de la prensa.
En esas páginas, la historia de Leopold se desarrolla en el local del periódico Evening Telegraph, a donde él lleva publicidad y donde merodea Stephen Dedalus, lo que explica el formato tipográfico usado por Joyce en ese pasaje. En un momento dado, el director del diario le dice a Stephen que escriba: “Algo con garra […] En el léxico de la juventud…”. La recomendación en el léxico de la juventud aparece originalmente resaltada con cursivas.
Es la lección que, del Ulises, transmitía repetidamente en los talleres que coordiné. ¿Por qué? Porque la juventud es uno de los sectores más desprejuiciados respecto a la lengua y su desinhibición en el trato con el idioma le da al habla destellos imprevistos, ricos nutrientes de la literatura.
El Bloomsday permite recordar que la literatura capta y difunde lo que es la humanidad, es una oportunidad constante para acercarse a diversas formas de la trascendencia comprobable.