Gesto de cortesía con CS
Negociaciones, con Rubio
¿El MAGA o el TACO?
La presidenta Sheinbaum recibió ayer una llamada telefónica de su homólogo estadounidense que había incumplido una cita de trabajo en el contexto de la reunión del G7 en Canadá.
Fue un gesto de cortesía, rubro de urbanismo en el que no se afana por destacarse el actual ocupante de la Casa Blanca. Notable también porque dedicó un tiempo a estos menesteres vecinales en horas apretadamente dedicadas a atender los críticos detalles de la guerra Israel-Irán, respecto a la cual el aparato estadounidense de poder analizaba con extremo cuidado los pasos que habría de dar, incluyendo la posibilidad, que se debatía a la hora de cerrar esta columna, de sumar a la máxima potencia mundial (declinante) al escenario bélico explícito, con fuerte riesgo de desatar una conflagración extendida.
Como suele suceder en estos casos, los reportes oficiales son optimistas. La presidencia de México dijo que fue una "muy buena conversación" con Trump y que hubo coincidencia "en trabajar juntos para llegar pronto a un acuerdo en diversos temas que hoy nos preocupan". Es decir, nada especial ni susceptible de dar detalles.
A menos que se produzca alguna invitación especial para un próximo encuentro personal entre ambos mandatarios, parecería que Trump habrá de dejar el acomodo de los temas binacionales, delicados varios de ellos, en manos de su equipo, en particular en Marco Rubio, el incisivo secretario de Estado que ya había enviado a su subsecretario "para México", Christopher Landeau, a dejar constancia de los acuerdos que Washington desea establecer (por lo pronto, el embajador Boina Verde, Ronald Johnson, ha adelantado que, a su entender, México habrá de colaborar más que nunca con Estados Unidos en combate al crimen organizado).
Trump, mientras tanto, concentra su atención en el Medio Oriente, con posturas que fluctúan entre el MAGA (Make America Great Again) y el TACO (Trump Always Chikens Out, traducido como Trump siempre se echa para atrás, o se raja).
La retórica del multimillonario republicano respecto a Irán y sus dirigentes era impactante anoche, con advertencias de horrores inminentes si Teherán no declarara una rendición incondicional y con el señalamiento de que, por ahora, no estaría en los planes el asesinar al máximo líder político y religioso de Irán, el ayatolá Alí Jamenei. Con su paciencia a punto de fenecer, el estadounidense parecía dispuesto a detonar lo que fuera necesario, en apoyo de Israel.
Sin embargo, Trump parecía mantener reticencia a demoler su presunta disposición a no ser un detonador de guerras. Como en el tema de los aranceles contra media humanidad, empujaba pero parecía estancarse e incluso zigzaguear o buscar alternativas. Cuando se lean estas líneas, o acaso un tanto después, se sabrá hasta dónde habrá llegado la virulencia discursiva del presidente de Estados Unidos.
En Puebla los políticos en el poder (gobernador, presidencia del congreso, sobre todo) están ensayando piruetas de ida y vuelta para tratar de atenuar las críticas generalizadas a la censura implícita en la tipificación del delito de ciberasedio contra cuentas de redes sociales que por su manera insistente de señalar algo pudieran causar daño o menoscabo en la integridad física o emocional del destinatario. Por un lado, se convoca a "foros" o reuniones selectivas para simular apertura; por otro, se aferran a la esencia de esa normatividad, mientras ciudadanos expresan en esas mismas redes insultos retadores a esos políticos morenistas-marinistas.
Y, mientras uno de los hijos de Donald Trump, Eric, no encontró mejor forma de ejemplificar que usando a México, al señalar en una entrevista televisiva lo que su padre haría si hubiera un ataque contra Estados Unidos: "Si México, digamos que ese fuera el escenario, disparara cohetes contra Estados Unidos, creo que serían decapitados en unos cuatro segundos", ¡hasta mañana!