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¿Acumuladora digital?

Una noche de esas que no conseguía el sueño, decidí revisar lo que había guardado en las redes. Supuse que sería una tarea sencilla porque, según yo, sólo tenía dos colecciones.

¿Acumuladora digital?

¿Acumuladora digital?

MARCELA PÁMANES

Tengo que confesar que a veces mi mejor somnífero, contradiciendo todas las recomendaciones puntuales al respecto, es scrollear, anglicismo que se refiere a la opción de las redes sociales de desplazarse hacia los lados o hacia arriba y abajo. En ese ejercicio uno va encontrando reels o tick tocks que tienen algún atractivo particular, por lo que los archivas en la red donde los encontraste y, además, puedes abrir carpetas temáticas que te permiten clasificar la información para llegar a ella más rápido en el momento en que lo deseas. 

Una noche de esas que no conseguía el sueño, decidí revisar lo que había guardado en las redes. Supuse que sería una tarea sencilla porque, según yo, sólo tenía dos colecciones. Pues nada, que encuentro que es una cantidad importante de archivos. Parecía una de esas cajas que contienen información fiscal que nunca se usa, pero está ahí por obligación y precaución. Entonces no pude menos que preguntarme: “¿con qué afán guardar algo que nunca consultas?, ¿será que soy acumuladora digital?”. 

Seguí con mi tarea de buscar el sueño abriendo mis colecciones. Me impresionó la diversidad de contenidos. En la carpeta de “temas varios” había desde ediciones de pláticas TED y de BBVA —como sabemos, de ellas siempre se puede aprender— hasta los ejercicios que hay que hacer para reducir las “alas de murciélago”, videos con consejos para elevar tu vibración y otros donde te piden repetir una serie numérica que hará que te saques la lotería o que puedas vender la casa que nadie quiere. 

En más de una ocasión me pregunté qué me había dado por guardar algunos de ellos. ¿Qué tenía en la mente en ese momento? Acabé por no reconocer la que fui cuando manifesté interés y los enlisté para volver a verlos. 

¿Me daría pena que alguien más viera mis colecciones? Dime qué guardas y te diré quien eres. Un leve temor surca por mi mente, pero luego pienso que todos tenemos derecho a tener disgregaciones, que no siempre somos iguales, que en la diversidad de temas está la riqueza de pensamiento y mil cosas más. ¡Vaya! Me doy cuenta de que estoy intentando justificarme. Pero entre más reviso, más quiero saber de esa persona que se interesó por tener a la mano esa información; me dio la impresión de que era una nueva forma de acercarme a mí misma. 

Guardé la historia de amor de una mujer madura que, en un viaje a Francia, conoció a un artista joven con quien vivió un idilio de novela, que concluye cuando él revela su intención de querer tener hijos. Ella ya había tenido dos y ya eran jóvenes adultos. Se da cuenta de que esa hermosa relación había concluido y no es que no lo amara, es que precisamente por eso no quería privarlo de la maravillosa experiencia de ser padre. Me gustó volver a ver el video, me pareció que por más que pasen los años uno puede ser un romántico empedernido. 

Encontré otro que habla del doble cuántico y otro sobre Jacobo Grinberg. Concluí que ese día tenía especial interés por temas relacionados con la energía y todo aquello que no podemos explicar de la experiencia humana. Lo más increíble es que los vi de nuevo y sentí las mismas inquietudes que seguramente me llevaron a considerarlos como valiosos. 

Consejos de nutriólogos, fisioterapeutas, maquillistas, dermatólogos, psicólogos, maestros de yoga, quiroprácticos, en fin, un poco de todo, lo que da idea de por dónde se anda en la vida. 

Pues bien, continué con la revisión y fui a la colección de cocina. No puedo decirte cuánto hay ahí guardado: recetas de todo, una para cada ocasión, fáciles, difíciles, sofisticadas, frescas, condimentadas, mexicanas, extranjeras. Sé que las guardé con la intención de hacerlas algún día. Me vi repitiendo la historia de mi madre; ella recortaba recetas de todos lados y las metía en sus recetarios porque seguro suponía que algún día las haría. De otra forma, pero las historias son similares. 

Esa noche evidentemente no revisé todo, sólo fue un vistazo. No sé cuánto más he guardado en los días posteriores y tampoco sé cuándo volveré a abrir mis colecciones, lo bueno es que no me he hecho adicta a ese somnífero del scroll.

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Escrito en: Marcela Pámanes redes sociales doomscrolling

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